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[RP] Funeral Real. Rey Kossler I de Castilla.

Lluvia


Las Duquesas tomaron la palabra y Lluvia se dispuso a esperar pacientemente a que todos los que quisieren expresarse, pudieran hacerlo.

Al devolver el gesto a la de Nájera, un pensamiento autónomo y poco racional cruzó como el rayo por su mente: -Es elegante sí, pero demasiado estirada; me gusta más su esposo, mucho más...- Sin poder hacer nada para detenerlo, sus labios entrecerrados emitieron un sonoro suspiro; de inmediato se amonestó por aquel sentimiento impropio en alguien como ella y sacudió la cabeza para desecharlo. Había tenido la oportunidad de conocer a Ferrante en la Capilla Heráldica, el día en que se acercó a consultar acerca de su título de Condesa y ahora, al verlo junto a la Infanta, caía en la cuenta de que estaban casados.- Bueno, todo termina, los matrimonios también...- Sin proponérselo, se alzó de hombros y sonrió ante su ocurrencia. Haciendo un esfuerzo por volver a la realidad, miró a los lados e intuyó más que vio, algunas miradas de reproche que se clavaban en ella. Rápidamente se obligó a desdibujar aquella tonta sonrisa, alisó su túnica con un ademán nervioso y se acomodó el cabello.- Pediré perdón al Altísimo.- Se repitió mentalmente una y otra vez con afán de serenarse y un enfado hacia sí misma más forzado que real.

Resopló discretamente y decidió que lo mejor era esperar unos minutos antes de continuar con la ceremonia, no fuese que a último momento alguien más quisiera dedicar sus últimas palabras al Rey.

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Tadeita


Respiró hondo y tragó la rabia y la impotencia que sentía ante su muerte, era obligado decir unas palabras, volvió a respirar hondo y despacio caminó hasta estar frente a todos.

El silencio era abrumador, la presencia del féretro y los cirios prendidos cortaba el aire, a su lado. Con voz firme y fuerte, habló...

El Rey ha Muerto.

La dama negra nos ha arrebatado a nuestro monarca, mi esposo. Algún día, todos tomaremos el mismo camino que el rey ha emprendido. Y le reencontraremos, junto a muchos otros seres queridos, con los que está llamado a reunirse.

Demasiado pronto nos ha dejado, con muchas batallas aún por finalizar en este reino terrenal. Cada una de ellas, será continuada en la medida en que esté en nuestra mano. En su honor. Todo hombre cosechará lo que haya sembrado, desde el más alto señor a la más ínfima rata de cloaca.*


Había preparado unas palabras... sobre una persona memorable, noble, sencilla y a la vez maravillosa, cuya partida ha dejado un gran dolor y vacío en el corazón... pero ese no era él,


¡Adiós, Kossler, rey de los castellanos! [...] Aunque tu cuerpo se deteriore, tu espíritu persistirá en los tranquilos lugares de tu hogar en los bosques de Mequinenza. Quizá tu descendientes prosperarán y tus amigos encontrarán consuelo por la pérdida que han sufrido. *

...

Que su muerte no sea en vano.

Recordadle en vida, pues no habrá mejor hombre, soldado y Rey. El hombre que luchó hasta el final y algo más. *

Descanse en paz



No era capaz de seguir... sin un... nos veremos en el infierno... así que calló aquellas últimas palabras, -como debía ser- y con aquel silencio sepulcral se retiró para que continuase el funeral.




Citas: 2. Del Elogio a Aragog, entregado por Horace Slughorn; 3.Tywin Lannister & 1. Stannis Baratheon.

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Quin
Asdrubal1


Escuchó pacientemente hablar a cuantos se alzaron para tomar la palabra para recordar al difunto, el de la Barca tenía posiciones encontradas para con el más allá, no esperaba que un muerto perdiera el tiempo con las vicisitudes de los vivos, a menos que hubiera algo que hubiera dejado sin terminar y de esa forma hubiera quedado atado en el mundo de los vivos, atrapado sin poder acceder al Paraíso Solar... O al Averno, sin embargo aquellos discursos reconfortaban a los que tristes recordaban la memoria del que ya no estaba.

No había cosa sobre la tierra que gustara más a Asdrubal que el hablar en público, la modestia no era una de sus virtudes, y se tenía por buen orador, pese a ello, por una vez, tenía poca o ninguna gana de hablar, se alzó con lentitud y parsimonia, como si esperare que cualquier otro tomara la palabra en lugar de él, casi pudo apreciarse como torció el gesto cuando vio que nadie le interrumpía;

-Antes que mi lealtad como Rey-Dijo tomando de manos de Druso lo que éste había tenido sujeto durante toda la ceremonia-Tuvo mi lealtad como Duque, y ahora como súbdito castellano, como antiguo soldado a sus órdenes, lamento su pérdida, y sólo habré de decir lo que en su día se dispuso en la tumba de otro ya por el tiempo olvidado, Ingrata patria, ne ossa quidem habebis

No lo decía por Castilla, y eso él muy bien lo sabía, mas no añadió más a sus palabras, simplemente avanzó hacia el ataud, y sobre la cesta de las flores que habían colocado a los pies del mismo desplegó el que había sido su uniforme en la Guardia de los Dragones de Caspe, un trozo de su pasado había muerto en aquel día, era lógico que otro lo acompañara hacia el sepelio.

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Lluvia


Se alegró de que su paciencia hubiese dado los debidos frutos, creando el espacio necesario para que la Reina y el de Ávila pudiesen decir sus últimas palabras al difunto monarca; tras ellos decidió que era momento de proseguir con la ceremonia.

- Antes de finalizar, vamos a decirle un último adiós a nuestro amado Rey Kossler. Con consideración y afecto, confiémoslo al Altísimo en la esperanza de reencontrarnos algún día con él.

Un instante de silencio antecedió a sus próximas palabras.

- Con todos los que nos precedieron y que ya viven cerca del Altísimo, junto con la comitiva inmensa de los santos, le deseamos un buen último viaje desde su cuerpo carnal. Vamos ahora a confiar a la tierra el cuerpo de nuestro hermano, en este lugar donde reposan tantos difuntos de la familia aristotélica.

Ha llegado el momento de decirle adiós. Es un momento de pesadumbre, pero la esperanza tiene que permanecer fuerte en nosotros puesto que esperamos verle de nuevo cuando el Altísimo nos reúna, en la alegría de su Reino. Recojámonos pensando en todo lo que vivimos con él, en lo que él fue y es para nosotros, en lo que él es para Dios.


A continuación roció el féretro con agua bendita y casi en un susurro, dijo sus últimas palabras.

- Este agua, memoria de tu bautismo, nos recuerda que el Altísimo te hizo su hijo. ¡Que te reciba hoy en su Paz!

Antes de que el féretro fuese sellado, la Archidiaconisa de Osma lo bendijo con un incensario. Con un gesto de solemnidad y un profundo sentimiento de consternación, abandonó el lugar seguida por sus dos cabizbajos monaguillos.

El ataúd es cargado por cuatro miembros de la Iglesia Aristotélica que se dirigen con paso solemne hacia el destino final del cuerpo del Rey, Mequinenza, mientras son seguidos a una distancia prudencial por todos los presentes.

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