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Casa Pellicer i Jordan

Ibelia.jordan



Ibelia se vió sorprendida al acercar el zumo a los labios de su esposo y ser atrapada por un abrazo de Ysuran ; con su mano derecha acariciaba sus cabellos mientras la atraía hacia él para besarla intensamente.

Al principio Ibelia pensó en que Ysu había llevado el delirio más allá de las palabras, pero se dio cuenta en los largos segundos en que sus labios se unieron que aquel acto estaba intencionado.
Y le había hecho soltar todo lo que en sus manos llevaba por la alegría que sintió y el placer que le supuso el despertar de su amado.

Cuando ya casi la respiración le faltaba y la humedad del zumo derramado había llegado a sus ropas, Ibelia se deshizo del abrazo y se incorporó mirando a Ysuran que le decía sonriente.

-Ibel, te importaría ayudarme a levantarme, la cama está mojada de zumo y yo tengo ganas de pasear un poco contigo, así me cuentas cuanto tiempo llevo dormido y que ha ocurrido en ese tiempo.


La pelirroja viendo el aspecto de su esposo y sintiéndole ya el mismo, con sus prisas y adicción al trabajo y la actividad frenética, se puso muy seria para decirle.

-Ysuran Pellicer, ... escúcheme bien,
Primero se va a dejar cuidar un poco por su esposa.

Le dijo dándole un beso en la frente.
-Después se tomará varias jarras de zumo y nada de vino. Buena comida y reposo.

Y lo mas lejos que vamos a pasear en unos días será hasta el patio de la casa.
Si no está de acuerdo con esto no va a poder reclamar a nadie. Porque hasta que no este restablecido no le voy a dejar irse a ninguna parte solo.

¡¿Entendido?!


Ibelia dejó el aspecto serio para sonreír a su esposo y ayudarle a incorporarse caminando con el hasta la cheslón frente al balcón donde Ysuran volvió a tumbarse dolorido.

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Ysuran


Ysuran escuchó atentamente a su esposa, parecía decidida a no dejarle hacer nada hasta que no se curase del todo y en parte lo agradecía, siempre le gustaba ser cuidado por Ibel, aunque lo de tomar solo zumo y no poder ir más lejos del jardín no le gustaba.

Él quería ir a la Capilla Heráldica, al juzgado, al cuartel, en resumen a todos los sitios donde tenía algún trabajo que hacer para ayudar al Reino y que tan lleno de vida le hacían sentirse.

El Pellicer se dejó ayudar encantado por su esposa y se acercó al balcón donde un fuerte dolor le hizo tumbarse de nuevo, miró a Ibel con una sonrisa para que no se preocupara y le dijo:

- Tranquila Ibel, estoy bien, sólo quería tumbarme aquí a mirar el balcón.

Dicho esto y sin quitar el ojo de encima su pelirroja se tocó el brazo izquierdo descubriendo que le faltaba el dedo meñique, así que preguntó a Ibelia quien le explicó lo ocurrido...

- Vaya matasanos ese, tenemos que cambiar de médico, primero hace que me entierren vivo y ahora me corta un dedo, me quiere mandar al otro barrio y como no pudo de golpe pretende hacerlo a cachos. Dijo Ysuran riendo a su esposa, no quería que ella se preocupase y desde luego el dedo era un precio más que razonable por haber salvado la vida ambos.

La recuperación de Ysuran fue lenta, pero él estaba encantado tenía la posibilidad de recibir atenciones extra de Ibel y trabajar desde casa, además de los paseos por el pueblo que le encantaban.

Dias después la normalidad volvió a la casa, aunque la costumbre de los paseos no la perdió, no estaba dispuesto a renunciar a esos ratos con su esposa.

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Azalea


No sabía si habían pasado segundos, horas o incluso días. Llevaba tanto escuchando golpes, ruido y estruendo... Tiritaba como una pequeña hoja a merced del viento en otoño, abrazada a sus rodillas. Se había escondido bajo la cómoda de su habitación, en el rincón más oscuro y alejado de la puerta.

Ni siquiera cuando habían cesado las voces se atrevió a moverse. Escuchaba el intermitente abrir y cerrar de las puertas pero tenía el cuerpo entumecido y paralizado por el miedo.

Deslizó ambas piernas hacia adelante y comprobó que podía moverlas aunque las tenía acalambradas. Reptó hacia afuera y en un alarde de valor giró el picaporte de su puerta para salir corriendo hacia la habitación de sus padres.

Asomó la rubia cabellera tímidamente y segundos después la siguió todo el cuerpo. Unos instantes le llevó que sus ojos se acostumbraran a la luz y se posaran en el reguero de sangre que aún se dejaba entre ver en alfombras y tapices pese a los esfuerzos del servicio por adecentar la estancia.

En shock, se dirigió al balcón y miró a sus padres con los ojos hinchados de llorar.

-Papá… mamá… ¿cuánto... tiempo?- El aire había abandonado sus pulmones y no pudo decir nada más así que dio un pasito, dos, tres y se abalanzó sobre ellos.
Nana_Flor, roleplayed by Ysuran


La mujer llegó a la habitación donde la niña lloraba junto a su madre, la cogió en brazos y se la llevo mientras le iba indicando que tenía que dejar actuar al médico y a los adultos, pero que la llevaría a ver a su padre todos los días.

Y así fue, la mujer cuidaba de la pequeña Azalea y de sus hermanos durante todo el tiempo y por las tardes los llevaba a ver a sus padres un rato.

Todo fue igual hasta que el Señor Ysuran se recuperó pasados unos días y todo volvió a ser como antes en aquella casa, donde los padres se encargaban personalmente de la educación de sus hijos y la Nana Flor sólo debía ocuparse de las pequeñas cosas que le encomendaban, cosa que la mujer agradecía pues ya tenía una edad avanzada para estar todo el día corriendo detrás de jovenzuelos revoltosos.
Rose_de_anthares


Los días que habían pasado desde su primera llegada a la ciudad, la habían colmado de alegría. Habiendo decidido descansar y pasar el tiempo que decidiera quedarse en la ciudad, en uno de los castillos de la zona. Era esa también una de sus misiones, ordenar restauraciones y poner orden en las tierras sin dueño y aunque esa era una tarea que la Reina estaba llevando acabo a conciencia y con reserva, quiso aprovechar al hallar un lugar e su gusto, más no pensaba pasar mucho tiempo quieta, tenía visitas pendientes desde su última visita a la ciudad.

A los primeros que fue a visitar, dada la fiesta de recepción y por estar más cerca de la ciudad fue a los Pellicer-Jordan y mientras se divertía en una charla con su compañía doña Taurica y su hija, el carruaje y la escolta anunciaban con trompetas la llegada de la Reina.

Siendo asistida por su hijo al descender del carruaje, la Reina se sacudió la falda y cubrió los ojos de fuerte sol del mediodía. Tras acostumbrar sus ojos, vió a una bonita niña de pie frente a ella mirándole con suma curiosidad - Buenas tardes, señorita - se inclinó para mirar sus lindos ojos azules de cerca - ¿cuál es vuestro nombre, pequeña? - la niña no respondió y corrió hasta su casona llamando a su madre - Espero sea hija de mis amigos, por el altísimo que la dama Ibelia aporta belleza a la familia - y rió pensando en lo que diría Ysuran si la oyera.
Azalea


¡Que buena mañana hacía! Azalea respiró los suaves aromas del verano. Correteaba entre las buganvillas y hacía girar su vestido, a juego con las flores, para dejarse caer en el mullido césped.

De pronto aguzó el oído. Parecen trompetas... Rápidamente se plantó resuelta en la orilla del camino. Se frotaba las manos nerviosa.

Sus pesquisas fueron ciertas y el sonar de los instrumentos iba seguido del carruaje real.

Se quedó allí plantada, sacudiéndose el vestido cada vez que veía una brizna de hierba mientras repasaba mentalmente las fórmulas educadas que le habían enseñado sus padres.

Al fin la puerta se abrió delante suya y la mismísima reina se quedó allí mirándola.

Buenas tardes, señorita¿cuál es vuestro nombre, pequeña?

¿Qué debía contestarle? Reina, Majestad, buenas casas, bienvenida a mis tardes... No, no no... Rose, esta es su morada y mi servicio es su casa... no...

Decidió darle un respiro a su cabeza que humeaba como una cafetera y corrió a buscar a su madre.
Ysuran


Ysuran estaba en el jardín de la casa con su esposa Ibelia, allí conversaban, sentados junto a una mesa con unas copas de vino dulce, sobre los planes de futuro, el cercano cumpleaños de Azalea, los pretendientes que esta iba teniendo a pesar de su corta edad, el retiro espiritual de sus demás hijos...

En esas estaban cuando se empezó a escuchar jaleo fuera en la calle, pero la lejanía hizo que no le diesen importancia hasta que apareció la pequeña Azalea con una de las sirvientas; ambas comunicaron al matrimonio que el carruaje de la Reina estaba frente a la puerta y que esperaba ser recibida.

El matrimonio se levantó del sitio y cruzaron la casa hasta la entrada, donde efectivamente estaba el carruaje real y delante de él la Reina de Valencia y sus acompañantes.

Ysuran seguido de su esposa, la pequeña Azalea y la sirvienta se acercó a los visitantes para saludarlos uno a uno, comenzó por la dama Taurica.

- Buenas dama Taurica, bienvenida sea a nuestra casa. Dijo dandole un beso en la mano, después tocó el turno al infante Jokin a quien estrechó fuertemente la mano como saludo.

Tras esto tocó el turno a la hija de la reina y por lo tanto infanta de Valencia, para ella el Pellicer dedicó una sonrisa y dijo:

- Bienvenida Alteza Real, un placer tenerla de visita. Después se acercó a la última de las visitantes (como ya se sabe lo mejor siempre se deja para el final), la misma Reina de Valencia, Rose de Pern i Berasategui, ante esta hizo una reverencia y dijo:

- Sea bienvenida a la casa Pellicer i Jordan Majestad, es un honor que nos honre con su visita.

Tras los saludos del hombre tocó el turno a su esposa y a su hija, para finalmente invitar a los recien llegados a pasar al interior de la casa en una comitiva que abriría Ibelia, mientras Ysuran quedaba atrás para ordenar a la sirvienta que diese todo lo que gustase a la escolta Real y que acudiera rápida a servir algún refrigerio a los invitados.

Obteniendo la respuesta afirmativa de la chica que trabajaba para ellos se dirigió a la casa tras el grupo que avanzaba ya hacia la sala de recepción.

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Juliane_bp


Llegados a puertas de los Pellicer-Jordan, la presencia de una bonita niña acaparó la atención tanto de la Reina, como de quienes le acompañaban. Y mucho más, luego de intentar dar a conocerse. Una amplia sonrisa dibujó los rostros de quienes la observaban con dulzura, en tanto la pequeña corría en busca de sus padres.

Unos momentos despúes, el caballero Ysuran Pellicer, hizo su presencia allí brindándonos una cortés bienvenida.
- Bienvenida Alteza Real, un placer tenerla de visita - expresó con una sonrisa.
- El placer es mío, de estar aquí junto a vuestra familia compartiendo este momento - contestó la jóven con prontitud para darle paso al saludo con su madre y por la timidez que en circunstancias la invadía.

Recorrió disimuladamente con su mirada el lugar, a medida que se trasladaban al salón de recepción, tratando de hallar a Azalea escondida en algún huequito de aquel edificio, seguramente la pequeña era experta en recovecos y escondites.

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Azalea


¡Pero que despiste tan grande! En un descuido de sus padres salió corriendo hacia el jardín. No podía presentarse con las manos vacías.

Dio una vuelta a su alrededor concentrada, con la lengua fuera, seleccionando unas y descartando otras.

Al cabo de un rato decidió que lo tenía claro y regresó al lugar donde se encontraba la comitiva, sacudiéndose de nuevo la hierba que manchaba su vestido violeta. Desgraciadamente los desgarrones y el barro eran otra historia.

Se colocó al lado de su padre y lo imitó como buenamente pudo.

-Bienvenida majestad. Estamos encantados de teneros en casa, aunque sea por un breve espacio de tiempo- Resolvió dirigiéndose a la reina. -Le he traido esto... dijo tendiéndole la rosa blanca que había elegido para ella.

Se giró hacia Juliane, con quien tenía mas confianza y se atrevió a sonreirle.
Bienvenida linda Dama, es todo un placer volver a verla. Para vos he traído esta dalia roja.

Entonces fue cuando reparó en el infante que las acompañaba y empezó la mayor de sus preocupaciones.
Buenos días príncipe, es un honor conocerle. No... no le he traído flor así que puede pasar al jardín y elegir la que quiera.

Le puso la mejor de las sonrisas y se volvió disimuladamente a mirar aYsuran para ver si le daba el visto bueno.
Rose_de_anthares


Saludo de un beso en la mejilla y un abrazo a Ibelia y con protocolo sonrió ante el saludo del capitán Pellicer. La niña bonita que les había recibido, ahora más segura de saber que quienes estabanm ahi no eran extraños, saludo con mayor alegría propia de su niñez y además, le entregaba y una hermosa rosa de su jardín. - Que hermosa - respondió la Reina al recibirla. En agradecimiento acarició la mejilla de la pequeña y todos acompañaron a los señores de la casa hasta el sala de recepción y comedor.

De colores claros y un gusto suave, la de Pern admiró la decoración, ligera, no cargada a los lujos, bastante fresca y con un aire de tranquilidad único. Le fue grata aquella sensación seguramente propiciada por la familia que ahi habitaba, se sentía cómoda y feliz - es muy hermosa, Ysuran. Habéis hecho una increible labor, os felicito. - dijo, refiriéndose a la sala - Imagino el gusto de la decoración lo debemos a la señora de la casa - la miró y sonrió - Que agradable hogar tenéis.
Ibelia.jordan



La pequeña Azalea entró como un torbellino al jardín, donde Ibel charlaba con su esposo, corrió hacia sus brazos; nerviosa con mil explicaciones entrecortadas que la dama, aunque acostumbrada al lenguaje infantil, no lograba descifrar.

En seguida se dieron cuenta del motivo de los nervios de la niña, la reina había llegado a su hogar para visitarles.

Sin más demora acudió a su encuentro y mientras Ysuran , siguiendo el protocolo saludaba con gran ceremonia, la dama recibía a la reina con naturalidad como la amiga que era, sin mucho protocolo pero con cariño y lealtad, una pequeña reverencia y luego un abrazo y un beso en la mejilla que demostraba la alegría de tener a Rose en su casa.

-Bienvenida a vuestra casa Rose es un honor tenerte aquí, me siento muy feliz, por fin podemos tener un rato sin tanto protocolo ¿no te parece? En mi hogar siempre seréis bien recibida.

Saludó a la infanta Juliane del mismo modo que a la reina con un abrazo afectuoso

-Encantada de conocerte Juliane, eres tan bella como tu madre y también veo en tus ojos la casta guerrera. Le dijo sonriente a la joven con la que ya habían coincidido en su vida militar.

Tendió la mano al infante
-Es un placer conocer a los bellos infantes de Valencia, le dijo. -Espero que os sea grata vuestra estancia en la villa de Segorbe.

Se dirigió hacia Taurica.
-Dama Taurica ¿que tal está? Es una alegría que nos visite , espero se encuentre a gusto.

Dirigiéndose a los invitados les invitó a seguirla diciendo:
-Sepan que aquí tienen su casa para lo que gusten.
Pasemos al salón y tomad asiento; mientras hablamos tomaremos un poco de merienda, seguro que os apetece algo fresco y delicioso.


Como buen anfitrión su esposo ya había encargado a los criados que les trajesen un refrigerio al salón, dulces vino, cerveza fría, zumos te helado y algunos caprichos elaborados por la excelente cocinera que estaba a su servicio iban llegando de poco en poco para deleitar a los invitados.

Mientras charlaban animadamente apareció Azalea encantadora con flores para todos. Ibelia se emocionó al ver a la pequeña que tan bonito gesto había tenido con la Reina y sus hijos.

Escuchaba a Rose con atención pues su opinión le merecía mucho respeto.
-Es muy hermosa, Ysuran. Habéis hecho una increíble labor, os felicito. Imagino el gusto de la decoración lo debemos a la señora de la casa.
- Que agradable hogar tenéis.


Ibelia al oír el primer comentario se sonrió un poco diciendo.

-En realidad Ysuran me ayudó bastante, elegimos entre los dos algunas cosas muebles y telas y otras fueron sugeridas por el arquitecto, así que el mérito es de ambos por igual.

Luego ante la afirmación de Rose a Ibelia le brillaron los ojos llena de orgullo.
-Si, me siento muy afortunada y doy gracias al Altísimo.
Hemos podido reconstruir nuestro hogar, aunque siempre he dicho que nuestro hogar esta donde esté la familia. Es lo más importante para mi


Ibelia se sentía muy a gusto hablando con Rose mientras les servían la merienda.

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Juliane_bp



- Bienvenida linda Dama, es todo un placer volver a verla. Para vos he traído esta dalia roja - expresó con entusiasmo la dulce niña al tiempo que sonreía.
- Oh... Qué bello gesto!, con lo que me agradan las flores, la llevaré esta noche en el festejo, que opinas? – respondió con complicidad la infanta a Azalea, tomando con suavidad la dalia por el tallo.

Minutos después, la dama de la casa se hacía presente en el lugar.
- Encantada de conocerte Juliane, eres tan bella como tu madre y también veo en tus ojos la casta guerrera. - dijo sonriente la dama Ibelia dirigiéndose a la Berasategui.
- El gusto es mío, dama Ibelia – agradeció son sutileza y rostro alegre. - Os agradezco la cálida bienvenida que nos brindan - aseguró con una sonrisa en sus labios y sus mejillas algo arreboladas..

La reunión transcurría amena, con distintos temas de conversación en tanto aguardaban la merienda.

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Ibelia.jordan



Mientras los refrescos, los ligeros bocadillos, frutas, tartas y otros dulces y salados alimentos, hacían acto de presencia sobre la mesa, Ibelia les comentaba con sus invitados sobre la familia, los niños que ya se hacían mayores, sobre los arreglos en su casa y el precioso jardín que luego podrían ver. Todos charlaban y comían en buena armonía.

-Nada mejor que tomar unos refrescos
y dulces caseros para acompañar la charla.
les decía mientras les animaba a tomar algún dulce.

Ibelia siempre había sentido curiosidad por la realeza al principio por su ignorancia en el tema que su esposo se había encargado de ilustrar.

El conocer a Rose y su familia y sentirles tan cercanos al pueblo desviviéndose por sus súbditos, siempre comprometidos por el bien del Reino. Le había hecho tener una buena opinión. Así que fuera de los protocolos, se atrevió a preguntar.

-Bueno mi señora, no se si ya se lo he dicho pero la ceremonia de la Coronación me pareció de una emotividad extraordinaria. Para sentirnos orgullosos de ser Valencianos. Disfruté mucho. Sonreía mientras tomaba un dulce, para volver a intervenir en la convrsación.

-Tengo una pregunta que desde ese día he tenido en la mente y no encontraba el momento oportuno para preguntaros, creo que ahora en confianza si deseáis responder me gustaría saber … Tomó un sorbo de zumo de frutas y prosiguió.

-¿Cómo os sentís como Reina de Valencia?. . . Quiero decir ¿Es difícil? ¿Qué siente una mujer como vos siendo la Reina? Las responsabilidades sé que son muchas Y hay tantas tareas que hacer, después de este tiempo sin que nadie se ocupara de esos asuntos son tantos y de tal envergadura . . .

Ibel se expresaba emocionada por la admiración que sentía por Rose, dejó su pregunta en el aire pensando que quizá hubiera sido muy osada al preguntar a la Reina sobre su sentir.

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Rose_de_anthares


Sonrió ante la pregunta que Ibelia formulaba. Eso hablaba de la confianza que ella le tenía y más, el afecto que le profesaba. - Mientras el corazón se mantiene firme, Ibelia, el fondo no cambia, solo las formas - sonrió y la miró - quizás era cierto cuanto me decían mi difunto suegro el rey Anzo y mi esposo. El peso de la corona es invisible, pero quién la porta, lo siente a diario sobre los hombros. Lo importante es no perder el camino y tener claro el por qué ostenta aquella corona - sonrió más, dandose cuenta que ponía demasiada filosofía en sus palabras - y ¿como me siento? solo lamento tener tan poco tiempo para mis hijos, en especial Izar. Tengo una fe profunda en que podré y que haremos que este reino recupere su anterior brillo. Tras eso, no mucho más importa, si más o menos responsabilidades - bebió del zumo de fruta - ¡una delicia! y decidme, ¿dónde estan el resto de vuestros hijos? -
Ibelia.jordan



Ibelia escuchaba a Rose con mucha atención, la profunda respuesta de la Reina le había hecho reflexionar mientras esta hablaba. La dama solo intuía esas sensaciones que le transmitía la Reina pero su empatía la hizo hablar.

-Majestad sabéis que podéis contar con vuestros leales siempre. Sea lo que sea, aquí estamos para ayudarle a portar ese peso. Y colaborar para que Valencia sea ese Reino que está en vuestra mente. Es nuestro deseo también. Por ello hemos trabajado hasta ahora y lo seguiremos haciendo.

Tomó un poco del zumo antes de proseguir.

-Los hijos . . . el mayor de los tesoros que Aristóteles nos da y a veces nos quita de igual modo.
Siempre te preocupas de ellos.
Dejó la frase en el aire, sabía que Rose la comprendía en ese aspecto.

-Preguntáis por los nuestros, Danni, Maltes y Wioland se encuentran en diferentes monasterios, cuidando su formación; algunos no se si volverán o consagrarán su vida al Altísimo. Yo siempre tengo la esperanza de que vuelvan a mi lado pero no se puede ir en contra de la Divina Voluntad.

Ahora cuidamos de Azalea que es la más pequeña de las niñas y espero que el mayor Jousepe regrese pronto a sus obligaciones como párroco de la Villa. Mi hija mayor Cami hace tiempo que se independizó y vive tranquila y feliz alejada del bullicio de la vida social. Es una joven muy tímida, lo ha sido desde pequeñita, aunque ya no nos necesite, siempre está en nuestro pensamiento.

Ibelia se sentía un poco nostálgica pero muy contenta hablando con la Reina.
-Me hubiera gustado poder presentarle a los que no conocéis, pero espero tener más ocasiones como esta.

El tiempo pasaba sin sentir mientras tomaban la merienda y hablaban. Sentía que Rose era un ejemplo a seguir como mujer responsable en su vida pública y familiar; sintonizaba con ella, la admiraba y le profesaba afecto, Ibelia pensaba a veces, si no sería demasiado atrevimiento por su parte considerarla su amiga.

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