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Casa Pellicer i Jordan

Ysuran


Ysuran disfrutaba de la charla y la comida en el jardín cuando al escuchar la pregunta de la infanta casi se atraganta y vio como Ibelia lo miraba con cara de sorpresa. Ante esta cara Ysuran hizo un gesto que venía a decir, responde tú que a mi no me han preguntado.

Tras esto se incorporó divertido en el asiento para ver como la pelirroja salía de ese lance que podía ser peor que los que se encontraban en la guerra, pero al final con un temple digno de dioses la pelirroja supo salir del problema sin ni siquiera mancharse, llega haber tenido que responder el Pellicer y la infanta se iba a dormir ese día con un trauma nuevo...

- Eso, comamos uno de estos dulces que tiene muy buena pinta. dijo el Pellicer para ayudar un poco a su esposa aunque esta no lo necesitaba.

Así pasaron la tarde hasta bien entrada la noche, con la charla, las bromas y los juegos de mesa por lo que decidieron irse a dormir, ya vendría otro día cargado de trabajo o aventuras.

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--Abelardo.



ABELARDO

Habían pasado varias semanas desde que el joven Abelardo trabajaba en aquella casa, sin duda una casa con mucho movimiento, cada día aparecía un hijo que él no conocía, había tantos que ya había perdido la cuenta.

Además la casa recibía invitados a cada paso que intentaba dar el mayordomo, la última en llegar fue la infanta Izar que llevaba allí unos días, se había instalado con la pequeña Azalea y ambas niñas tenían mucho peligro juntas con sus travesuras, las flechas y los gatos.

Encima, y para mala suerte del pobre Abelardo, a los señores los habían nombrado caballeros del reino, como si el Pellicer no lo tratara ya bastante mal...aunque la dama Ibelia si había sido muy buena con él, o al menos no era tan dura como el marido. Aún recordaba el joven Abelardo los consejos de su padre Alfonso...Ve a Valencia, buena gente vive allí, seguro que encuentras trabajo de mayordomo en una buena casa y se acabaron tus problemas...pobre hombre si viese que solo la mitad de lo que decía era verdad, él tenía trabajo de mayordomo pero era demasiado duro y no conseguía hacerlo del todo bien y menos con el señor Pellicer aprovechando la oportunidad para echarle rapapolvos, pero sin duda no se rendiría, conseguiría ganarse el afecto de aquel hombre y que le dejasen el cuarto que tenían reservado para el mayordomo anterior...

Con la actitud de superación decidió levantarse pronto aquella mañana, aún era de noche cuando corrió las cortinas del cuarto que compartía con el caballerizo y los dos mozos de cuadra. Se vistió y enfundó las botas y salió hacia el pasillo cerrando la puerta tras de sí sin hacer ruido, frente a él estaba la puerta del cuarto donde dormian la cocinera, las dos asistentas y la nana que se encargaban de hacer las comidas, mantener todo limpio en la casa y cuidar a los niños. Esta última si que vivía bien, los señores apenas le daban trabajo porque se encargaban siempre que podían directamente de la educación de sus hijos...

Después continuó por el pasillo y llegó a la cocina, donde aprovechó para desayunar un poco de leche y pan del día anterior. Tras el improvisado desayuno, en el que casi quema la cocina tratando de calentar la leche en el fogón donde dejó una bonita marca negra provocada por el humo, salió a la calle para ir al mercado, pero tan pronto era que solo estaba abierto el puesto de las flores así que le tocó sentarse en una piedra a esperar que el mercado comenzase su jornada...mientras esperaba sacó un pliego de papel y apuntó...

Cita:
COSAS QUE HACER PARA TRABAJAR BIEN
- Levantarse un poco más tarde
- No dejar la leche mucho rato
- No ir antes de que salga el sol al mercado (a no ser que quiera flores)


El chico se pasó allí un par de horas hasta que el mercado abrió y pudo acercarse a comprar lo que necesitaba, solo tenía que revisar la lista que la cocinera le hizo el día anterior, así que se puso a rebuscar en los bolsillos de pantalón y camisa...pero nada, la lista no aparecía, sólo llevaba el pliego donde tomaba sus apuntes, ni siquiera había cogido el dinero por lo que tuvo que volver a casa.

En casa ya estaba levantada la cocinera, que debía preparar el desayuno a la familia y al resto de empleados, por lo que al entrar en la cocina le cayó la primera regañina del día...
- Pero ¿Dónde te metes?¿ Se puede saber que has hecho en esta cocina?¿Y has comprado ya en el mercado?Necesito alguna de las cosas para el desayuno.

Abelardo puso cara de pena y dijo: - Venía por la lista y el dinero, se me olvidó cogerlos, lo siento.

Por suerte la cocinera tenía un gran instinto maternal y se libró de que le siguiera regañando a cambio de salir corriendo a la compra, cosa que hizo y que lo más importante consiguió tras media hora dando vueltas por el mercado tratando de no ser estafado por alguno de los vendedores que le querían vender pan a 12 escudos o maíz a 4 escudos, había quien vendía la leña a 3.90...

Tras volver a casa se sentó un momento en la cocina y cogió su pliego de papel para añadir:

Cita:
COSAS QUE HACER PARA TRABAJAR BIEN
- Levantarse un poco más tarde
- No dejar la leche mucho rato
- No ir antes de que salga el sol al mercado (a no ser que quiera flores)
- No olvidar coger la lista de la compra y el dinero (esto es importantisimo)


En su escritura estaba cuando el resto de trabajadores comenzó a llegar a desayunar, como siempre al ver a una de las asistentas se puso nervioso y era incapaz de hablar por lo que se fue de allí colorado como un tomate y en dirección a la habitación de los señores para despertarlos, cosa que odiaba hacer porque nunca sabía si debía hacerlo o no, hiciera lo que hiciera, se llevaba la regañina.

Llamó a la puerta de la habitación principal con un leve toc! toc! y después la empujó para acceder al interior diciendo en voz alta:

- Señores, ya tienen el desayuno en el comedor, pueden bajar a tomarlo cuando gusten y enseguida les mando a una asistenta para que ayude a vestirse a la dama Ibelia. Dicho esto salió raudo de la habitación para evitar, en el caso de que la hubiera, el reproche.



















Ibelia.jordan


El nuevo día encontró a la Dama Ibelia sumida en un profundo sueño, las imágenes se repetían cada noche desde hacía meses.

Cabalgaba por entre los árboles del bosque, en una frenética carrera huía de algo o de alguien, solo tenía sensaciones y ninguna certeza. En su visión solo las sombras de los árboles desdibujados se aparecían ante ella como terribles y amenazantes enemigos.

Cada vez la espesura le cerraba más el camino y le impedía avanzar. Su firme voluntad la hacía continuar entre la maleza ya desposeída de su montura, entre la oscuridad y las sombras que, como filos de espadas, rasgaban su piel en el avance. Era un escenario de dolor y muerte hacia un paraje al que no quería llegar pero sabía que debía seguir adelante. La imagen borrosa de un papel ensangrentado ocupaba su mente.

Desasosiego, desesperación, angustia, sensaciones que no dejaban de atormentarla en su avance hacia la nada. Se abre ante ella un claro en aquel bosque de espadas, siente alivio pero al instante ve, iluminado por un rayo de Luna a su esposo inerte, tendido en el suelo y su malvado ejecutor venido del mismísimo Averno limpia su espada en las ropas del yaciente mientras en su rostro se dibuja lasciva mueca y gesto hiriente hacia la dama.


Se despertó con sobresalto en la cómoda cama junto a su esposo que dormía tranquilo, pero aun sentía su agitado corazón golpeando su pecho y una incómoda sensación de frío, preocupación y miedo.

Se incorporó apoyando su espalda sobre el cabecero mirando a su alrededor, las cortinas estaban cerradas la penumbra de la habitación era cálida al compararla con su pesadilla.

Intentó recuperar los retazos de aquella visión sabiendo que algo se le escapaba como si hubiese olvidado algo importante en algún lugar de su mente; sin mucho entusiasmo entrecerró los ojos y aun veía las imágenes oscuras del inhóspito lugar, al abrirlos volvía la imagen tranquila de su habitación.

De pronto unos golpes en la puerta la hicieron regresar a la realidad, era el nuevo mayordomo que entraba parloteando nerviosamente, avisándoles de que estaba el desayuno en la sala y que alguien subiría a vestirla.
Antes de poder decirle que no era necesario que entrase en la habitación por lo menos cuando ella estuviese en camisón, ya había salido cabizbajo por la puerta, sin dejar la cháchara incomprensible para la dama que todavía temblaba por su pesadilla.

Debían decirle algo a aquel muchacho, por fortuna Ysuran no se había despertado si no seguro que le iba a caer una buena.

Besó en la mejilla a su esposo con el fin de que tuviera un buen despertar y salió del lecho cubriéndose enseguida con la bata porque seguía sintiéndose helada.

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Ysuran


El Pellicer dormía plácidamente en su mullida cama junto a su esposa cuando la luz del día entró por la mañana devorando, poco a poco, la oscuridad que había en ella.

Unos golpes le hicieron entreabrir los ojos pero rápidamente los cerró y siguió dormido hasta que un cálido beso le hizo salir del mundo de los sueños para entrar en el mundo real donde su esposa se levantaba y se ponía una bata.

- Buenos días Ibel, ¿tanto frío hace hoy? Preguntaba a su esposa extrañado de verla abrigarse.

Después se levantó y se dirigió hacia el armario para coger la ropa mientras su esposa le respondía, él cogió la ropa que se pondría ese día y se acercó a su pelirroja para decirle:

- ¿Sabes si está ya el desayuno listo? Tengo hambre...Por cierto Ibel, hoy que nos depara el día ¿tenemos mucho que hacer? Me gustaría dar un paseo contigo.

Tras esto se comenzó a vestir escuchando a su esposa cuando se fijó en un trozo de papel que había en la mesa de la habitación, se acercó a él lo cogió y sin abrirlo dijo:

- Ibel, ¿Qué es esto?

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Ibelia.jordan


Ibelia que no lograba quitarse el frío de su interior por mucho que removiese las brasas o se abrigara con una manta, escucho como su esposo se despertaba y le preguntaba. Ella no sabía que responder solo eran sensaciones difíciles de explicar. Le respondió aparentando normalidad para que no se preocupara más por aquel asunto que le rondaba desde que había encontrado aquel papel en su bolsillo.

-Buenos días esposo, ¿que tal has dormido?
El otoño está aquí ya y esta casa es más grande y difícil de mantener cálida. Nuestra antigua casa se calentaba mucho antes. Tendremos que poner algunos tapices más para esas paredes. Me pondré con los dibujos y los fabricaremos en mi taller. Tendré que contratar más empleados. Déjame que saque las cuentas y te hare un presupuesto.

Le explicaba dando un giro a la conversación y a sus preocupaciones mientras el caballero se iba preparando la ropa.

Al parecer la respuesta de la dama que poco a poco iba entrando en calor, le había convencido pues se acercó hasta ella y de preguntó.

- ¿Sabes si está ya el desayuno listo? Tengo hambre...Por cierto Ibel, hoy que nos depara el día ¿tenemos mucho que hacer? Me gustaría dar un paseo contigo.

Ibel mientras se iba hacia el vestidor para arreglarse le dijo.
-Claro que estará en el salón como todos los días. A mi también me gustaría dar un paseo. Hace mucho que no salimos a cabalgar por el bosque. Dijo ya más relajada a punto de olvidarse de sus pesadillas nocturnas.

Elegía un traje cómodo para su paseo por el bosque cuando Ysuran le hizo otra pregunta.

- Ibel, ¿Qué es esto?La dama desde el vestidor no sabía a que se refería su esposo. Dejó lo que estaba haciendo para ver que era por lo que preguntaba.

-¿Qué es qué? Mientras salía lo vio con el papel en la mano.

La cara le cambió y se apresuró para llegar a dónde estaba Ysuran.

-Me lo dio el ayudante del doctor que te curó, lo llevaba el italiano en el bolsillo.
Le contestó con el gesto serio y la mirada perdida. Volvía a su rostro la preocupación y los malos recuerdos.

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Ysuran


Ysuran escuchaba a su esposa, ambos charlaban mientras se preparaban para ir a por el desayuno, las sugerencias de nuevos tapices sonaban bien pero sin duda mucho mejor sería tratar el tema con un buen bizcocho.

En la charla seguían cuando Ibel respondió a la pregunta sobre el papel que ahora tenía el Pellicer en la mano...Me lo dio el ayudante del doctor que te curó, lo llevaba el italiano en el bolsillo.

El caballero se quedó pensativo y después respondió...- ¿Y aún no lo has abierto? Toma, abrelo, te lo dieron a ti y me dices que pone. mientras extendía el trozo de papel a la pelirroja; pero antes de que ella lo cogiese, Ysuran lo escondió tras su espalda y tiró del brazo alargado de su esposa para acercarla a él y le susurró:

- Mejor, lo vemos juntos mientras desayunamos ¿Te parece? Después le dio un beso en los labios a la mujer y juntos salieron de la habitación en dirección al salón donde verían el papel.

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Ibelia.jordan



Ibelia no había querido saber nada de aquella nota, en realidad se había olvidado un tiempo de ella y aquel día había aparecido en un cajón de la cómoda, la dejó sobre la mesa, pero no sabía que ponía.
Por un lado sentía curiosidad pero por otro, un cierto temor a lo que pudiera encontrar en la misma, le hacía olvidarla desde el momento en que se la entregaron.

Al decirle Ysuran que la leyese , fue a tomar el papel de manos del caballero pero este lo escondió tras su espalda mientras la atraía hacia él, acercando su rostro al de Ibelia le susurró.

- Mejor, lo vemos juntos mientras desayunamos ¿Te parece?
Ibelia se dejó llevar por su esposo y en su abrazo cálido se perdió unos momentos, pudo notar como sus desvelos se disipaban y una sonrisa en su cara comunicaba al hombre que estaba de acuerdo.

El caballero acercó su rostro al de la dama y sus labios se unieron a los de ella que tembló esta vez por la emoción. Ibelia respondió al beso que le hizo olvidar sus temores.

Bajaron a desayunar después de vestirse.

Mientras tomaban unos ricos bizcochos caseros, Ibel decía a Ysu.
-Vamos a ver querido, que nos cuenta ese maleante desde el infierno. Si quieres la rompo y ya nos olvidamos de él para siempre. Temo que no sea nada bueno.
Pero la curiosidad de ambos siempre era más poderosa que la prudencia así que Ysuran ofreció el papel a Ibelia que lo tomó en su mano y lo desplegó para poderlo leer.

El rostro de la dama ofreció perplejidad absoluta lo extendió incrédula sobre la mesa para que su esposo lo pudiera ver bien.

-Ysuran, me esperaba cualquier cosa menos esto. Dijo con cara de decepción.

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Ysuran


Ysuran se había acomodado en la mesa del comedor junto a su esposa, mucho frío hacía allí, el chico como siempre había olvidado poner el brasero bajo la mesa para que estuviesen calientes y remover la chimenea para que calentase más...en cuanto lo viera le echaría una buena bronca. Pero todo eso ahora no importaba, la cuestión era ver que decía la nota, así que miró a su esposa deseoso de que ella le dijera que ponía cuando ella puso cara de fastidio y extendió el papel hacia la mesa...

- Ysuran, me esperaba cualquier cosa menos esto dijo indignada por el contenido de la nota que hasta hace un momento había tenido en la mano y que ahora se encontraba abandonada en la mesa, así que el Pellicer la miró para ver la razón de la indignación y no le hizo falta investigar mucho ni tener las cuatro vías de la universidad completas para darse cuenta, el pergamino estaba totalmente en blanco, no ponía nada de nada, ni en las esquinas ni en ni en ningún sitio, sólo desprendía un pobre olor ácido que le recordaba al del limón cuando llevaba varios días partido en dos mitades...El Pellicer miró a su esposa y le dijo:

- No te preocupes, lo mismo esto son buenas noticias, significa que no nos dará más problemas, que ya temía yo que tuvieramos más lio a pesar de que el cansino italiano estuviera muerto.

Ysuran rió un poco para alegrar a la pelirroja, que aún miraba el trozo de pergamino con fastidio, pero se veía que debería hacer algo más y la solución le llegó cuando por la puerta entró Abelardo con la cabeza agachada y en dirección a la chimenea como si esperara no ser visto...Ahora se enterará este, le regañaré por no hacer el trabajo a su hora y eso hará que Ibel se olvide durante un rato del papel...pensaba el caballero así que lo comenzó a llamar...

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--Abelardo.



ABELARDO

Abelardo estaba en la cocina cuando escuchó el jaleo por las escaleras, los señores se dirigían a tomar el desayuno y parecía que de momento se libraba de regañinas eso le hacía sentirse feliz hasta que se acercó a la chimenea de la cocina para remover el fuego y que calentara mejor, en ese momento se percató de algo; había olvidado hacer lo mismo en el salón donde los señores desayunaban...

El chico se levantó de la silla, dió un largo suspiro y salió de la cocina dirección al salón con la cabeza agachada y sabiendo que esta vez no se libraba de la bronca. Avanzó por el pasillo, llegó a la puerta del salón, tras ella se oían las voces del matrimonio, no había salida lo pillarían haciendo el trabajo tarde pero sin remedio empujó la puerta y entró en el salón.

La pareja charlaba sentados en la mesa, él solo pudo agachar más la cabeza y se dirigió a la chimenea, tomó el porta brasas y lo llenó con algunas de ellas, después cogió el atizador y movió la leña de la chimenea para que el fuego creciera aunque dio un par de golpes que casi hacen salirse uno de los troncos de la chimenea pero la cosa solo quedó en un susto y no parecía que nadie se hubiera dado cuenta.

Cuando ya se giró con el porta brasas en las manos, el Pellicer comenzó a llamarlo, tal y como se imaginaba ahora vendría la regañina, pero esta vez la asumiría como un hombre, así que inició el paso hacia la mesa con la mente puesta en como afrontaría las palabras del señor.

El camino hacia la mesa se le hacía eterno, le temblaba el pulso y las piernas le flaqueaban, esto le hizo dar un traspiés y caer de forma estrepitosa al suelo, el contenedor de brasas salió disparado y el contenido se ramó por encima de la pareja y la mesa donde comían.

Una vez más los nervios habían traicionado al joven mayordomo que trató de levantarse lo más rápido posible para ayudar a arreglar el estropicio.
Ibelia.jordan



Ibelia volvía a mirar el papel con la incredulidad del que no esta seguro de lo que está viendo y esperó la reacción de su esposo; parecía que él casi estaba aliviado por encontrar el papel sin ninguna información y le decía.
- No te preocupes, lo mismo esto son buenas noticias, significa que no nos dará más problemas, que ya temía yo que tuviéramos más lio a pesar de que el cansino italiano estuviera muerto.

Dejando el papel abandonado sobre la mesa y con ganas de olvidar ya todo lo concerniente al episodio, se propuso dar buena cuenta de todos los alimentos que sobre la mesa se encontraban dispuestos para el desayuno familiar, jarras con zumo y leche, bandejas con frutas y bizcochos y otros alimentos que ambos empezaron a degustar con buen apetito y charla distendida.

En ese momento entraba el joven Abelardo para alimentar el brasero que oculto bajo la mesa parecía no dar el calor necesario para que la estancia tuviese la temperatura ideal.

El joven comenzó su maniobra pero algo no iba bien y se desequilibró, lanzando por el aire los rescoldos encendidos que fueron a aterrizar dispersos por encima de la mesa del desayuno.

La Dama al ver caer la lluvia ardiente sobre ellos, con rapidez se levantó y se apartó de la mesa a la vez que lo hacía Ysuran.
Lograron no quemarse pero los carbones al rojo vivo consiguieron prender parte del mantel.
Ibelia fue rápida y vertió sobre las llamas el zumo apagando al instante el pequeño fuego; el bizcocho también recibió una buena dosis de líquido y todos los alimentos que sobre la mesa estaban se arruinaron por efecto del pequeño incendio y su apagado posterior.

-¡Que desastre! ¿Pero que te ha pasado? ¿Es que quieres matarnos? Le recriminaba al joven que seguía en el suelo medio aturdido.

Miró a su esposo que rojo de ira echaba mano a donde debiera estar su espada. Afortunadamente estaban en casa y no la llevaba al cinto.

-Ysu, tranquilízate seguro que tiene una explicación. No creo que quiera hacernos daño.
Le decía, al ver que el asunto se ponía serio. Puso un instante su mirada sobre el joven mayordomo que asustado conseguía levantarse y ya se acercaba a la mesa pidiendo mil disculpas, comenzó recoger nerviosamente algunas de las bandejas.

Ibelia dirigió su vista hacia la mesa y vio sorprendida que en el papel en blanco un poco chamuscado, habían aparecido algunas palabras manuscritas.

-¡Ysuran mira la nota! La cogió y se la extendió a su esposo olvidándose del mayordomo.


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Ysuran


Ysuran charlaba con su esposa esperando que Abelardo se acercará para explicarle que debía calentar las habitaciones antes de que las usaran no mientras, cuando todo sucedió, el mayordomo decidió besar el suelo de forma drástica y las brasas volaron por la habitación cayendo sobre la mesa y la pareja.

La primera reacción del Pellicer fue retirarse de la mesa para evitar el fuerte de la lluvia y tras eso sacar la espada, pero no la llevaba, estaba en casa y no la necesitaba.

Cuando todo estaba medio solucionado y el mayordomo se iba incorporando Ysuran dijo:

-¡Que desastre! ¿Pero que te ha pasado? ¿Es que quieres matarnos?

El mayordomo reaccionó como se esperaba pidiendo disculpas e Ibel intercedía por él, pero el caballero estaba decidido a ponerlo de patitas en la calle cuando su esposa le llamó la atención...

-¡Ysuran mira la nota!

Ysuran giró la cabeza hacia la mesa y miró la nota detenidamente, con algunos agujeros por el fuego pero que había comenzado a verse algo escrito.

- ¿Pero...esto qué significa?¿Qué quiere decir todo esto? decía alternando la mirada entre el papel y su la pelirroja pasando por alto al mayordomo que había aprovechado para salir del salón.

Cogió el papel que aún estaba caliente y se lo acercó a Ibel con cara de interrogación esperando que Ibel tuviera alguna idea o supiera donde poder buscar.

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Ibelia.jordan



Ibelia al ver aparecer las palabras en aquel papel, sintió de nuevo la emoción de la aventura.

-Ysuran esto solo puede significar una cosa, es un mensaje secreto lo que está escrito en ella. Y lo hemos descubierto casualmente. Pero hay que ver si nos aclara algo.

Hacía tiempo que no tenía esa sensación emocionante de ir en busca de lo desconocido y aquellas palabras del pergamino la hacían adivinar que delante de ellos un misterio estaba por resolver.

Volvió a tomar la nota en sus manos cuando el caballero se la tendió y la leyó en voz alta.

-Alquimistas. . . reunión. . . IV-XI . Mira esto puede ser una cita, porque al final pone Mina de Segorbe. Lo de los alquimistas no se muy bien que es ¿tu lo sabes? . . . Y IV-XI puede ser una fecha ¡Casualmente es hoy! dijo sorprendida.

Y esa frase no tengo la más remota idea de lo que puede significar. Pero siendo una reunión que parece secreta. . .
dejó las palabras en el aire para ver si Ysuran sentía ese mismo cosquilleo por ir a la caza del misterio.

-Si te parece.
Le dijo mientras se acercaba al caballero. -Y ya que pensabas sacarme de paseo, podemos ir hasta la mina a ver si nos enteramos de algo. Lo miró un segundo y comprendió que su esposo sentía la misma curiosidad que ella.

-Que preparen los caballos y comida para todo el día. Si no descubrimos nada, por lo menos pasaremos un día juntos en el campo.
¿Qué te parece mi plan?
Le preguntaba a su esposo con una sonrisa.

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--Nanaflor

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Nanaflor se había quedado al cuidado de la casa señorial de los Pellicer y Jordan. Cuidaba de los hijos y se encargaba de poner orden entre el servicio. Se le había asignado la misión de ser Ama de llaves en ausencia de los dueños.

Muchos acontecimientos habían sucedido desde aquel día de paseo, porque fue solo un paseo en el que los esposos decidieron guardar aquella nota y olvidarse para siempre del italiano y sus intrigas. Por lo menos por un tiempo.

Ibelia e Ysuran cabalgaron hasta la mina y si allí algo había acontecido, no encontraron pistas que les resolviesen el enigma.

Al volver a casa, una misiva real les hizo partir hacia Valencia donde les habían ennoblecido primero como Caballero y Dama-caballero, Guardias Reales de su Majestad la Reina Rose. A los pocos días intitulados Barones de Sagunt.

En la casa recibían las noticias con alegría; el envío de alguna bolsa con escudos de parte de los magnánimos señores que dieron orden al albacea de repartirlos entre los criados para que fuera festejado por todos su felicidad; ayudó a que todo en la casa estuviera en orden y bien atendido.

Mientras, todos pensaban que pronto terminarían sus servicios en aquel lugar y deseaban seguir a la familia a su nuevo hogar, pues se mudaban a sus tierras de Sagunto.
A partir de ese momento servirían a los nuevos barones en su castillo.
Beatriz



Los sirvientes que veía pasar de un lado a otro con pinta de atareados eran todos nuevos, también la casa era nueva y de hecho todo estaba allí como minimo cambiado de sitio. La casa de los Pellicer era lo único que Beatriz había esperado encontrar igual que lo dejó, pero paradójicamente era lo único que había cambiado de verdad en toda Valencia.

Le habían dicho que se quedara sentadita en un banco de piedra del jardín hasta que viniera alguien a atenderla, lo que venía a ser un "No estorbe" en toda regla. Cada vez que la rubia veía acercarse a alguien, se levantaba de un respingo y daba unos pequeños saltitos que aunque no conseguían llamar la atención de nadie, al menos servían para que entrase en calor. Cuando ya pensaba que se habían olvidado de que estaba allí esperando, una sirvienta muy estirada se plantó frente a ella.

- Dama... ¿Beatriz...? ¿de Castro...? - la mujer la escrutó de arriba a abajo con una mirada reprobatoria que a la rubia le recordó sus años de encierro en el internado para damitas distinguidas - La Excelentísima Señora Baronesa de Sagunt y Dama-caballero del Reino, Doña Ibelia Jordan no se encuentra en estos momentos en Segorbe, ¿deseáis dejar algún recado?

- Quefuertequefuertequefuerte ¿¿¿Baronesa Ibelia??? - exclamó la rubieza con los ojos como platos - ¿Pero Baronesa baronesa de verdad quefuerte superfuerte?

La criada volvió a mirarla de arriba a abajo con una mueca despectiva - ¿Deseáis dejar algún recado?- repitió en un tono tan frío como la nieve que se amontonaba en el tejado de la casa.

- Pues mira, pues sí, pues eso quiero, pues ea ¿podéis traerme lo necesario, si sois tan amable?

La sirvienta se fue y volvió al momento con algo para escribir.

- ¿Os importa si me apoyo en vuestra espalda... para escribir... ? ¿mejor en el banco? - dijo en tono burlón ante la mirada fulminadora de la criada.

Se arrodilló apoyando el papel contra el banco de piedra y escribió una breve carta que luego dobló antes de dársela a la sirvienta. Luego, muy erguida, sujetando la falda delicadamente con las manos, se inclinó flexionando ligeramente las rodillas al tiempo que agachaba la cabeza en una gentil reverencia que ya quisieran muchas damitas de postín hacerlas con tal gracia y apostura. Se irguió de nuevo, sonrió y dando media vuelta, se alejó de allí.

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Dance with me ✠ Vice-Chancellor of England ✠ House of Dorchester ✠ The Eyes of the Torment ✠ 🐺 La Louve 🐺 ✠
--Nanaflor




-La familia Pellicer i Jordan se ha mudado al castillo de Sagunt. Nuevos tiempos ilusiones y vivencias les esperan. Algunos criados acompañaremos a los Nobles barones a su nuevo hogar y unos pocos permanecerán en la hacienda de Segorbe para su cuidado y mantenimiento. La casa estará disponible y preparada para las visitas y para lo que dispongan los señores.

Anunciaba el ama de llaves a los mozos, criados, y pinches que se reunían en la cocina para recibir las órdenes del día.

La mayoría había querido acompañar a la familia a Sagunto.




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