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En medio del camino principal, el crudo silencio era rajado por el sonido de unos pasos débiles…. Los pasos de una muchacha. El rocío adornaba sus mejillas rosadas, dos mechones marrones caían sobre sus enérgicos ojos. Sus harapos blancos bailaban con la brisa de la reciente madrugada….

Forastera

Cyrenne



El pueblo entero descansaba bajo el manto de la noche, dormido.

El suave murmullo de los pájaros comenzaba a oírse a lo lejos.

En medio del camino principal, el crudo silencio era rajado por el sonido de unos pasos débiles…. Los pasos de una muchacha. El rocío adornaba sus mejillas rosadas, dos mechones marrones caían sobre sus enérgicos ojos. Sus harapos blancos bailaban con la brisa de la reciente madrugada….

Ella, con los pies descalzos y carcomidos por los caminos, llegó a la plaza principal y se sentó en la gran fuente. Trataba de escapar del frio soplando aliento sobre sus manos y restregándolas lo más fuerte que podía sobre sus piernas….

Las luces del pueblo comenzaron a apagarse, la salida del sol por el horizonte le permitía comenzar a divisar las calles, y los carteles de las tiendas ubicadas en el centro del pueblo, antes, invisibles a sus ojos…

Algunas personas salieron de sus casas, y las extrañas miradas la intimidaron. Comenzó a caminar sin rumbo como si tuviera algo que hacer…

Apresuro el paso, el camino se convirtió en acera, y sin darse cuenta termino en la puerta de una taberna…. “Taberna Reyna Victoria” pudo leer en cartel, mas no pudo pronunciar las palabras en voz alta porque sus labios morados no parecían responderle…

Apenas abrió la puerta, asomo un poco su melena castaña, y viendo que la taberna estaba vacía, se apresuro a entrar. Se sentó en la barra, rebusco de su bolsillo una hogaza de pan, y procuro que le durara el resto del día…

Sonrió, había llegado sana y salva. ¿Que aventuras le esperaran a la vuelta de la esquina? .


Mientras pensaba en ello, sus mejillas rosadas se iban calentando con la chimenea de la taberna…




Bienvenidos aventureros, sentirse libres de dejar cualquier comentario, por mas minimo que sea. Gracias!

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Archibaldo


Como venía siendo costumbre últimamente, Archibaldo solía ser, junto con el tabernero, el primero en entrar en la taberna municipal por las mañanas, ya que de él dependía el abastecimiento de la misma, últimamente algo precario.

Al entrar esa mañana observó a una joven allí sentada, e imaginó que estaba esperando al tabernero, lo cual sería un inconveniente, ya que hacía días que no tenían. Mientras iba a descargar la mercancía al almacén se dirigió a ella

"Buenos días, - dijo en cuanto se percató de la presencia de la muchacha- soy Archibaldo, actual encargado del abastecimiento de la taberna. De haber sabido que alguien entraría tan temprano hubiese dejado más leña en el fuego anoche. Ponte cómoda más cerca de la lumbre, - decía a la par que señalaba la chimenea- enseguida avivaré el fuego y podremos hablar más tranquilamente. Espero que no halláis estado mucho tiempo esperando a que entrase alguien, doña..."

Paró de hablar a la espera de que la joven se presentase, consciente de quizá estaba hablando demasiado y volvió a las tareas de abastecimiento.


Espero no molestar en el hilo, me pareció bien entrar. Si no te parece bien dímelo y lo retiro o edito.

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Arturo_cascos


Fue saludando a los guardias que bajaban de las murallas. El vaquero inspiraba el aire de la mañana con orgullo, la ciudad estaba fuera de peligro una vez más gracias a sus vecinos. Fue el último en abandonar su puesto de vigilancia y caminó hasta "la reyna Victoria" con su espada al cinto.

Al entrar vio al alcalde y a una desconocida. Arturo, que todavía estaba nervioso por la vigilancia, se acercó a la forastera y quedándose a unos pasos preguntó muy nervioso: "¿Quién soys e qué façéis en la villa, forastera?"

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Aleida


Una noche más sin dormir, esta vez no por haberse quedado hasta tarde con sus papeles diarios o con sus vicios, sino por haber defendido a Xátiva una vez más, presa de algunas amenazas de toma. Estaba harta de esa situación. Se levantó de la cama después de haber dormido, máximo dos horas, su humor no estaba para malos momentos pero decidió igualmente ir a la taberna municipal.

Pocas personas de la nobleza como ella, estaban dispuestas a entrar a esos lugares donde la gente común habitaba. Se había casado con una persona comun, aquel era su lugar, más allá de que muchas veces le pesara. Tenía muchas ganas de ver a su esposo, por más de haber pasado toda la noche al lado de el haciendo guardia.

Entró en la taberna sin pedir demasiado permiso, pocas personas se encontraban allí.

Vio al Alcalde y a su esposo y a una extraña dama. Su alerta se puso en marcha. Era bastante posesiva.

Buenos días- dijo mientras le daba un beso a Arturo y miraba de arriba abajo a la joven. Alcalde, buenos días. Un placer, dama...?


No te asustes por Aleida, es de verdad un amor, pero algo desconfiada al principio. Es un placer ver gente haciendo RP por Xátiva, como verás, estamos dispuestos a pasarla bien Si algun posteo molesta, solo dime.

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Cyrenne




La entrada se abrió. Entro un hombre y cerró la pesada puerta tras de sí.

"Buenos días, - dijo mientras Cyrenne daba un respingo soy Archibaldo, actual encargado del abastecimiento de la taberna. De haber sabido que alguien entraría tan temprano hubiese dejado más leña en el fuego anoche. Ponte cómoda más cerca de la lumbre, - Dijo señalando la chimenea -enseguida avivaré el fuego y podremos hablar más tranquilamente. Espero que no halláis estado mucho tiempo esperando a que entrase alguien, doña..."


Ella lo siguió con la mirada mientras el caballero se dirigía por detrás del alto mostrador de roble, a por leños, supuso

Inmediatamente llevo la atención a sus harapos y un toque de timidez hizo que encogiera los hombros. Su aspecto debía ser espantoso. Había perdido peso. Los delgados huesos parecían asomarse a través de la ropa sucia y remendada; tenia la nariz tostada por el sol. Por otro lado, por primera vez en mucho tiempo se sintió conectada con la sociedad, había vagando sin destino por el Reino hasta ahora, tratando de obligarse a sí misma a comenzar una nueva vida

Absorta, se percato de que no había pronunciado una palabra. Se sintió una tonta y en un impulso se levantó de un salto de la silla.

Bu... Buenos días Señor! - Jugueteo con sus manos – Mi nombre es Cyrenne... no supo muy bien como continuar después de ello, pero afortunadamente la puerta de la taberna volvió a abrise.

Esta vez el ruido del metal resonó en la habitacion.

Dirigió la vista al recién llegado, y de pronto se dio cuenta de que se dirigía directamente hacia donde estaba.

:"¿Quién soys e qué façéis en la villa, forastera?" Contuvo la respiración al escuchar lo que creía era una pregunta. Nerviosa, llevo la mano a su pecho y contesto...

Soy Cyrenne –hizo una pausa mientras pensaba **tengo que explicarme bien. Lo que menos quiero es acabar tras un calabozo** - He llegado a la villa buscando un lugar en donde descansar. He recorrido muchos caminos, y he decidido comenzar mi vida aquí. – Trago saliva – No debe preocuparse por mí, tan solo he perdido mi rumbo…. Dio un salto tras acabar la oracion – Espere! Cuando digo que he perdido el rumbo no significa que me convertí en bandida ni nada por el estilo, es una cuestión de comenzar de nuevo ¿Puede usted entenderme? – Cyrenne se sintió enredada, ni ella misma podía explicar con palabras su necesidad de empezar una vida nueva en esa hermosa ciudad. Nunca había sido demasiado practicante de las religiones, pero sabía que algo superior a ella le había guiado hasta donde se encontraba.

Levanto la mirada nuevamente y se encontró con ambos caballeros. Tratando de escabullirse de la atención dirigió sus pasos a una mesa más cerca de la chimenea.



Que alegria verlos a todos, Gracias por participar!!

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Cyrenne


Antes de que pudiera llegar a su destino, un aroma a perfume invadió la estancia. Cyrenne volteo para ver a una mujer elegantemente vestida , contempló boquiabierta los detalles de su hermoso vestido.

Buenos días- la mujer dio un beso al último hombre en llegar. Alcalde, buenos días. – se dirigió al primero - Un placer, dama...? La miro esperando una respuesta.

Algo dentro de ella la obligo a inclinarse, supuso la presencia de la joven.
Luego de la torpe reverencia levanto la mirada

Mi nombre es Cyrenne, es un placer
– Dijo mientras pensaba para sus adentros, ¿Que veía aquella mujer de "dama" en ella? Con las pintas que tenía...

Una sonrisa invadió su rostro, hacía mucho tiempo desde la última vez que había conversado con alguien..

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Archibaldo


Tras un breve momento la muchacha respondió, - "Bu... Buenos días Señor! Mi nombre es Cyrenne..."- pero antes de que pudiese continuar, entró Arturo por la puerta, quien se alarmó por la presencia de la joven.

Archibaldo vio a Arturo nervioso, y temió por lo que pudiese suceder en aquel instante. Por suerte, la joven explicó su historia rápidamente y con afán tranquilizador, tratando de calmar la situación. Durante la explicación, Archibaldo hizo un gesto para saludar a Arturo y se acercó al fuego para echar más leña.

Nuevamente la estancia se alteró por la entrada de un nuevo vecino, en este caso doña Aleida, la cual saludó a los allí presentes y trató, al igual que los demás, de indagar más sobre aquella joven forastera.

Mientras avivaba el fuego, Archibaldo trató de eliminar tensión a la situación diciendo

"A vuestro servicio doña Cyrenne. No tenéis de qué preocuparos, todo el mundo es bien recibido en nuestra villa. Don Arturo y doña Aleida únicamente se preocupan por la seguridad de los vecinos, ya que últimamente han aumentado los peligros en caminos y villas a causa de bandidos. Estoy seguro que vuestra explicación es más que suficiente para mostrar vuestras buenas intenciones. -dijo a la par que miraba a sus amigos- Podréis quedaros aquí tanto tiempo como necesitéis. Ahora decid, ¿hace mucho que vagáis de aquí a allá, sin un lujar fijo?"

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Costanza_luterna


Los gallos anunciaban un nuevo día y ya Costanza estaba desayunando. Desde hacía un tiempo había cambiado su rutina matutina, ahora en lugar de pasar estudiando toda la mañana , prefería darse una vuelta por el mercado de Játiva y la taberna municipal y estudiar por las tardes, luego de comer.

Se había dado cuenta de que retenía mejor lo que aprendía después de haber compartido un rato con los amigos, amigos que últimamente iban in crescendo. Así que aquella mañana se personó en la taberna Reyna Victoria.

- ¡Buenos días tengáis todos! - Saludó con una sonrisa nada más entrar y se fue a la mesa donde parecía que algo se regalaba por lo concurrida. - Archibaldo, Arturo, hermana querida – Sonrió a Aleida y reparó en sus ojos cansados. Luego posó la mirada en la forastera. - Soy Costanza Luterna, un placer dama...

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Cyrenne






"A vuestro servicio doña Cyrenne. No tenéis de qué preocuparos, todo el mundo es bien recibido en nuestra villa. Don Arturo y doña Aleida únicamente se preocupan por la seguridad de los vecinos, ya que últimamente han aumentado los peligros en caminos y villas a causa de bandidos. Estoy seguro que vuestra explicación es más que suficiente para mostrar vuestras buenas intenciones. -dijo a la par que miraba a sus amigos- Podréis quedaros aquí tanto tiempo como necesitéis. Ahora decid, ¿hace mucho que vagáis de aquí a allá, sin un lujar fijo?"

Ella suspiró. Tomó un minuto para contestar la pregunta mientras sentía que su cuerpo se iba calentando debido al incremento del fuego en la vieja chimenea.

- Hace muchas lunas, pero no quiero aburrirlos con mi historia. Al menos no por ahora. - Cyrenne respondió con genuina sinceridad.Un sonrisa se dibujo en su rostro. Esperaba no ofender al Alcalde , pero aquellos recuerdos eran demasiado dolorosos…

Antes de poder continuar la conversación, la puerta de la taberna se abrió nuevamente. Se sintió muy feliz de ver a tanta gente reunida, pese a que la timidez casi podía ganarle.
Contempló los pasos de la joven recién llegada, que, después de saludar a los presentes, se dirigió directamente a Cyrenne.

Soy Costanza Luterna, un placer dama...
- Cyrenne -Respondió con una sonrisa, esta vez, sin tartamudeos. -Es un placer conocerle. He llegado a la villa el día de hoy - aclaró esperando justificar su aspecto algo demacrado….

Muchas fueron las charlas que mantuvo la muchacha con ciudadanos a través de los días venideros en aquella taberna, estaba realmente entusiasmada. Cada mañana después de pasar por la Iglesia, se dirigía a paso firme hacia La Reyna Victoria. Se sentía muy a gusto, todos eran amables con ella.

Sus mejillas se volvieron más rechonchonas. Los moretones y rasguños ocasionados por pasar tantos días a la intemperie desaparecían, su cabello ahora estaba limpio y suave. Casi sin pensarlo, su vida comenzó a ser rutina. Ya no se perdía en las calles y cada vez pedía menos indicaciones. Había estado en el bosque y en las minas, trabajaba duro para ser una buena ciudadana, tratando de devolver a Játiva algo de todo lo que le había regalado.



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Cyrenne




-Poco tiempo después.-

Cyrenne salió del sombrío edificio de la Cancillería, la luz del sol hizo que cerrara los ojos involuntariamente. La brisa matutina le hacía compañía en su camino. Apuró el paso hasta la panadería, allí estaba , esplendida, reluciente, con vitrales que parecían cobrar vida. Tan limpia como la iglesia en domingo . Así la veía cuando tenía hambre.

Se fregó los pies, y entró. Como siempre tomo una canasta y se sirvió dos bollos de pan y algunas semillas de maíz. Trataba de contener la emoción . Al salir, volteo solo un segundo para recordar los días en los que se quedaba parada junto al mostrador , muriendo de hambre, frente a todos esos manjares.

Entrando , como era su costumbre, otra vez a La Reyna Victoria, posó en la mesa la canasta y saco un papel cuidadosamente doblado de su bolsillo. Un pergamino que la hacia dueña de un pedazo de tierra.


Cyrenne se convertiría ese día, en una nueva habitante de Játiva.


Una lágrima rodó por su mejilla, mientras se sintió, después de mucho tiempo



……por fin en casa.









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Corel1992


Una ligera brisa aparto la sucia tela que Corel usaba como cortina, el sol le pego en plena cara, e inevitablemente le despertó.
El joven se incorporo con dificultad y miro su recién adquirida casa, era simple y apenas había muebles, pero aun así a le encantaba, pues era la primera residencia que poseía.

Corel tenía la cara soñolienta y el pelo alborotado, así que se dirigido a la palancana que estaba en la esquina, y se mojo la cara. El agua fría le despertó en el acto y dejo paso a otro estado.

Estaba hambriento sus tripas rugian con fiereza, y como si de inspiración divina se tratase, la idea de ir a la taberna a comer, adquirió el nivel de prioridad absoluta del día.

Sin perder mas el tiempo, salio de su casa y se dirigió a la taberna local, rápidamente se situó delante de la puerta de la taberna, aunque eso carecía de merito, pues vivía al lado del edificio. La mejor idea en su opinión que había tenido, así no había peligro de que se perdiera al salir de una agradable velada degustando la cerveza de la La Reyna Victoria.

Abrió la puerta, y por unos segundos no vio nada, pero como siempre la oscuridad dio paso a la claridad y sus ojos se acostumbraron al entorno.

Allí estaba una joven con una canasta enfrente de ella, y dos bollos de pan en su interior, Corel tardo en apartar la mirada de los bollos y reconocer a la chica.

-¡Buenos días vecina! - Saludo alegremente a Cyrenne. Y corrió animado por sus tripas a la barra.

-¡Cocinero, sírvame un par de bollos calientes!

Con los bollos en su poder, volvió la mirada a la joven, y se fijo en el papel que sostenía, reconociendo el documento.

-¡Felicidades Cyrenne!, bienvenida al club de los maiceros, jajaja, aunque sin dudarlo- mordió el bollo que sostenía- el pa..nn esta mucho mej..or.
Wolfango


El sol pegaba con fuerza ese día cuando Wolfango trabajaba en su campo. En ese momento, las gotas de sudor le recorrían la cara, como tratando de buscar una sombra que no había. Algunas, desesperadas, caían sobre la tierra labrada para filtrarse por la tierra, otras acababan en la ropa del joven que se secaba el rostro con la manga del brazo. En cuanto al resto, acabarían mezcladas con el agua del barril donde Wolfango se bañaría tras aquella dura jornada de trabajo.

Una vez labrado y sembrado, el maizal se quedaba atrás, empequeñeciendo paso a paso a medida que Wolfango recorría Játiva en busca de una recompensa, que seguro que encontraría detrás una puerta sobre la que se podía leer "Taberna Reyna Victoria".

Saludos hermanos - decía de camino a la barra - Por favor tabernero, 2 jarras bien frías de cerveza

Mientras le servían su pedido, Wolfango miró hacia su lado donde logró distinguir a dos personas. Posteriormente devolvió la mirada al tarbernero que estaba dándole las jarras. Agarró una de ellas antes de que la posase en la barra y gritó - ¡Salud!. Metió mano a su monedero y entregó al tabernero el importe de su pedido con una mano cuando con la otra se acercaba la otra jarra.

No reconozco vuestras caras. - decía mientras miraba a aquel joven que comía en la barra y a la chica de la mesa -Mi nombre es Wolfango y es un placer conoceros. Lo primero es daros la bienvenida a ambos, y si puedo ayudaros en lo que sea, estoy a vuestro servicio. - frase que acompañó con una leve reverencia desde su sitio en la barra.

Cyrenne




-¡Buenos días vecina! – Escuchó el saludo alegre de su vecino que, acto seguido se dirigió al cocinero de la taberna -¡Cocinero, sírvame un par de bollos calientes!

Cyrenne sonrió y con disimulo barrió una pequeña lágrima que cayó hasta su mejilla.
Sintió la mirada de Corel, quien continuó

-¡Felicidades Cyrenne!, bienvenida al club de los maiceros, jajaja, aunque sin dudarlo- mordió el bollo que sostenía- el pa..nn esta mucho mej..or.

Cyrenne esbozo una gran sonrisa, esa misma mañana había encontrado un terreno muy cerca de la casa de Corel, estaba muy feliz de tenerlo como vecino. Por vivir tan cerca, siempre acababan cruzándose de camino al mercado o de camino a la Taberna y ella se atrevía a pensar que ambos emprendían una bonita amistad.

Calla Corel! Interrumpió el almuerzo del joven ¿No sabes que comer maíz es mucho mejor? Hizo una pausa ¿No sabes que han descubierto que el maíz ayuda a bajar de peso? Hasta algunos médicos locales aseguran que es la cura de la temida peste verde que asecha a la ciudad ... Claro, mientras sea cultivado en condiciones especiales …

Ella continuó contándole los secretos ancestrales que habían llegado a sus oídos desde una comunidad maicera vecina a la ciudad de Játiva. La charla continuaba y el sol comenzaba a hacerse presente en la Taberna.

Saludos hermanos – Impulsivamente una voz la hizo girar hacia la puerta Por favor tabernero, 2 jarras bien frías de cerveza Escuchó.

Pudo observar a un muchacho de alta estatura y pelo castaño. Era la primera vez que le veía. Se sonrojó. Últimamente había desarrollado la costumbre de quedarse mirando a la gente, sabía que procedía de mera curiosidad, pero debía comenzar a controlarlo o acabaría mal para ella. Volteó otra vez hacia la mesa que compartía con Corel, sintiendo curiosidad por el recién llegado.


No reconozco vuestras caras. – Cyrenne se sobresalto al escuchar la voz procedente de la barra - Mi nombre es Wolfango y es un placer conoceros. Lo primero es daros la bienvenida a ambos, y si puedo ayudaros en lo que sea, estoy a vuestro servicio. – dijo mientras hacia una reverencia.

Ella Sonrió. Se adelantó a Corel, y con voz enérgica respondió Es un placer Wolfango –Lo nombró despacio, asegurándose de pronunciarlo bien – Muchas gracias por brindarnos su ayuda… Verá, ambos somos nuevos en la producción del maíz –hizo una pausa, y miro hacia los lados en una actitud misteriosa , y bajando la voz prosiguió- Ahora mismo estaba contándole a Corel lo que he aprendido del oficio, pero cualquier nueva información es bienvenida.

Cyrenne se levanto de la silla , y se dirigió hacia la barra. Los escudos en sus bolsillos tintineaban al compás de sus pasos. Pidió dos jarras de cerveza y teniéndolas en las manos se dirigió a Wolf -¿Quiere acompañarnos? Aún acabando la frase, se volteó con ambas jarras hacia la mesa que compartía con su vecino.

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Corel1992


Corel se atraganto con el pan, cuando escucho el consejo de Cyrenne, en su cara se entremezclaron una sonrisa y un gesto de dolor.
Se dio unos golpes en el pecho antes de responder, a la joven.

-¡¿Maíz?!, ¿la cura de la peste verde?, no no no, todo el mundo sabe que para curarse de la peste verde hay que seguir consumiendo aceitunas, no le hagas caso a los médicos, te lo dice un adicto a ellas, a si que se de lo que hablo.

Se rió a carcajadas una vez termino de hablar.

-Y como decía mi abuelo, no consumas lo que vendas, o no venderás nada.

La voz de un hombre resonó en la puerta, a la vez que Corel se llevaba otro trozo a la boca.
Terminó de comer rápidamente mientras escuchaba a la joven y al recién llegado.

- Muy buenas señor Wolfango, el placer es mio.- Acercando un taburete.- Únase y disfrutemos de la fresca cerveza.

Se giro hacia la tabernera y le hizo una seña para que sirviera otra ronda.

-No nos vayamos a quedar cortos.
Wolfango


¿Cerveza fría por consejos sobre maíz? Trato hecho.-contestó el jóven carnicero a la invitación.

Entonces Wolfango se acercó a la mesa donde se encontraban sus nuevos amigos y se sentó en el taburete que había acercado Corel, tomó un trago de cerveza y dijo en voz baja:
Ahora os contaré los secretos y demás consejos que he ido aprendiendo con el tiempo sobre el maíz.

Historias, consejos y secretos no dejaban de salir de la boca de aquel joven, que para proteger su negocio y el de sus oyentes iniciados en el mundo del maíz, no relataremos.

Dos jarras de cerveza más tarde, hizo un gesto hacia la tabernera pidiendo otra ronda.
Espero que todo este rollo que os acabo de soltar os ayude en vuestra producción de maíz.
Ahora, por favor, habládme de vosotros. ¿Qué hace una tan linda pareja como vuestras mercedes en esta villa tan tranquila?¿Estáis de paso o venís a quedaros?-acompañó con el último trago de cerveza que le quedaba, dejándole un poco de espuma en el bigote.

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