-Maese, non habéis de preocuparos por tales cuestiones; todo menester estará resuelto según vuestras exigençias. Todos los bienes los podrá l'Alcaldía, también los pagos en dineros. Vuesa merced recibirá dignos honorarios de su trabaxo conforme sea demostrada la aptitud y la calidad en las obras; et non dudéis, ca aunque non seamos aquí reyes: bien pagamos. Los salarios serán los siguientes: para vos como arquitecto e ingeniero se os dará 26 escudos por xornada, más otros 120 cuando la obra esté concluida, et se os proporçionará alojamiento y comida; los capataçes reçibirán 21 escudos y 30 denarios por xornada, los operarios comunes 18 escudos; 6 escudos y 40 denarios los aprendiçes; et 19 escudos y 70 denarios los trabaxadores e artesanos espeçializados. Non se pagará si la obra es mala. Si el muro se agrieta, çede el terreno o hay derrumbes. Aunque por vuestra reputada fama, de seguro ca non ocurre nada d'eso - hizo una pausa, que fue aprovechada por el ingeniero para decir muy orgulloso:
"Tened a buen seguro que nada d'eso ocurrirá".El alcalde añadió como conclusión final, no porque el arquitecto le resultara prepotente, pero sí para matizar su tono-
Esto es, Maese Miguel, una Villa Real de Valènçia, et aquí nuestra Reyna es Doña Victoria, primera de su nombre, et non os quepa duda alguna de ca mayor gloria et honor es trabaxar en qualquiera de sus villas quam para un rey Castellano -no puedo evitar el Bracaleone que surgiese ese enigmático sentimiento de desconfianza y recelo a los vecinos hispanos-.
"Non tengo espeçial preferençias a la hora de con quién trabaxar, exçelentísimo senyor, si non solo si puede pagarme"- Un brillo afloró en sus ojos al hablar de la paga.-
" E vos podéis"-dijo sonriendo y dejando ver una fila de dientes que el tiempo había amarilleado.
Acercándose a una mesilla próxima, de madera de roble barnizada en tono rojizo y ricamente tallada en sus patas, tomó una botella de cristal traslúcido y vertió parte de su contenido en dos copas. ofreció una al Maese, y de la otra bebió el mismo para aclararse la garganta.
Don Miguel cogió la copa con la mano que le quedaba libre (con la otra se apoyaba sobre el bastón), vio el líquido translúcido y volvió a dejarla sobre la mesa.
"Espero que vuesa merçed non se ofenda, mas non bebo otra cosa que non sea vino espeçiado... recomendación médica"-mintió. El aprendiz, que permanecía en la puerta en silencio miraba con gula aquel vaso de licor que su maestro despreciaba.
-Volviendo a los materiales... Si aceptáis el contrato, os entregaré liçencia para que gestiones todo Vos con plena autoridad sobre todo quanto conçierna a las obras. Vos gestionaréis también la explotación de cal de la cantera próxima -señaló por una ventana hacia el este-,
et reçibiréis consentimiento para explotar los bosques circundantes.
El ingeniero meditó unos breves segundo su respuesta. Aunque el contrato le parecía justo, tenía que parecer dubitativo, pensó, para "qu'el alcalde viese que su trato era muy ajustado a la fama del ingeniero".
-
¿Y bien? -dijo el alcalde.
"Aceptaré las condiciones que deçís, mas debéis saber que tengo la diligente costumbre de trabaxar a todas horas, consideradlo, por si fuese un problema"- aseveró Don Miguel.
Dio un chasquido con sus huesudos dedos y su aprendiz le dio una pluma, que el ingeniero mojó en el tintero del despacho y rubricó, con una estilizada firma, el contrato.
"Habéis contratado al mexor constructor de murallas de toda la península, Senyor. Tened por seguro que las futuras generaçiones mirarán a Xàtiva con estupor por la Ciclópea muralla que corona su belleza".-Extendió el brazo hacia Ilionm, dejando ver que su cuerpo menudo no llenaba las anchas mangas de su traje.
Una vez dio la mano al alcalde, abandonó presto la estancia para ir a su nueva residencia en la taberna municipal.