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[RP]Susurros en la noche

Carrie.munro_donan


Volvía de su despacho de gobernación a casa.

El paisaje parecía totalmente otro diametralmente distino, todo cubierto por hielo y nieve, tan blanco todo. Se paró un instante para disfrutarlo. Cerró los ojos sintiendo el frío en el rostro, y aquella paz... un ruido llamó su atención: un cuervo se posó en una rama haciendo caer un buen trozo de nieve. Cogió impulso y se fue graznando.

Un cuervo... decidió seguirlo y se vió caminando hacia el nemeton.. rodeó las piedras... se situó en el centro elevando la vista al cielo, respiró con fuerza viendo una gran nuve de vaho escapando de sus labios.. A su mente llegaron las imágenes de su boda con Galbart, toda la gente, la comida, la fiesta... Entonces el paisaje era otro, hacía calor, estaba todo florido, el bosque lleno de vida y ahora todo parecía aletargado, como paralizado. Ahí mismo parecía que el tiempo no transcurriese. Entonces era el solsticio... y ahora en cambio...

- El solsticio dijo casi en un grito. Dioses...

Había estado tan ocupada, pendiente de falsas negociaciones, de su trabajo en el consejo, añorando a Galbart, en baja forma por la Tarraconensis... aquello era imperdonable... Ahora Galb está en casa y la gente necesita distracción, tenemos que... Ni terminó la frase se fue corriendo a casa.

Abrió la puerta de un portazo y subió las escaleras de tres en tres... ¿Pero qué? Romualde salió corriendo a ver qué ocurría y se relajó al ver que era Carrie quien corría así. ¿Qué ocurre señora? Romualde.. llama a todo el servicio que se reúnan conmigo en la cocina.. tenemos que preparar la fiesta del solsticio no nos queda tiempo que perder es ya mismo.. vamos a hacer una cena para todo Castellfosc, haremos una gran hoguera en la plaza, montaremos unas grandes mesas y cenaremos ahí todos juntos... llamad también al carpintero tenemos que ver como hacemos esas mesas.. y los carniceros de confianza tambien... y ¿tendremos vino suficiente? bueno... hay mucho que preparar... lo primero es lo primero... que todos vayan corriendo a la cocina.
Carrie.munro_donan


No podía dormir... daba vueltas y vueltas en la cama, intentando hacerlo lentamente para no despertar a Galbart. Estaba preocupada, no por la falta de acuerdo en el consejo, ni por los problemas por reconstruir Castellfosc.. había otras cosas que le preocupaban mucho más.. Miraba al techo fijamente... intentaba relajarse, estaba cansada y debía dormir, lo sabía, pero no había manera su cabeza funcionaba de manera independiente y no hacía caso de su cuerpo que le pedía descanso a gritos.. él seguía a lo suyo, dando vueltas y vueltas y vueltas y mas vueltas.. y cuando ya estaba todo pensado volvia a empezar con lo mismo una y otra vez... y otra vez... y otra vez...

Ya no podía más y se levantó. Cogió su ropa y se la llevó fuera para no despertar a Galbart, no tenía ganas de hablar con él sobre lo que la preocupaba. Una cosa es cuando los pensamientos pasan por la cabeza y otra muy distinta el decirlos en voz alta, una vez hecho no hay vuelta atrás y a veces las consecuencias son inevitables... en cambio si se calla...

Hacía frío, aún no era ni de madrugada... Se abrigó bien, iba a salir. Un par de guardias se extrañaron al verla e iban a hablar cuando ella les hizo callar con un gesto. Todo estaba bien, pero no iba a dar explicaciones a nadie. En cuanto sobrepasó la puerta oyó como uno de los guardias corría... seguro iba a avisar a Romualde... pero eso no la detuvo... se fue al establo y se fue hacia Beleno, le acarició el cuello ensimismada.. él la sacó de sus pensamientos empujándola con el morro. Ella le contestó con una sonrisa y le acarició.

Cogió un caballo, el primero que vió ya que no tenía uno propio, y salió despacio para no hacer mucho ruido.. Efectivamente Romualde ya estaba en la puerta, ella le hizo un gesto para que entrase y espoleó al caballo... estaba segura que Romualde no le haría caso y la seguiría, por eso intentó darse prisa.

En cuanto estuvo fuera de Castellfosc, empezó a cabalgar sin rumbo fijo... y sin darse cuenta llegó al sitio donde se casaron... Sonrió con nostalgia... no hacía mucho, unos seis meses... y a veces tenía la sensación de que hacía tanto tanto tiempo... Ató el caballo y se sentó donde estaba el mismo día de la boda... recordó las palabras que le dijo a Galbart:
Un día tu me ofreciste tu vida, esta vez soy yo quien te ofrece la mía, para que cuentes conmigo en cada instante, en cada dificultad, para compartir lo bueno y lo malo que nos deparen los dioses, para afrontar cada día juntos y salir victoriosos de todo lo que se nos ponga por delante. Porque yo ya no me imagino la vida sin ti, Galbart Donan. Eres todo cuanto podría desear y soñar. No sé qué hice para que los Dioses creyeran que era merecedora de la suerte de tenerte a mi lado y poder amarte, pero espero que no cambien jamás de opinión y podamos estar juntos por siempre, porque es lo que más deseo en el mundo. Te quiero Kraka justo antes de ponerse el anillo con el que ahora jugaba nerviosa...

Le amaba.. le amaba con todo su corazón de eso no tenía duda... pero ¿era suficiente el amor para sostener una relación... ? Suspiró escondiendo la cara entre sus manos... Sentía el estómago encogido y como si tuviera el corazón en un puño, sentía cada respiración como un ejercicio agotador... Miró al cielo implorando una respuesta, una señal, algo que le calmase y le dijese que todo estaba bien, que los dioses querían que permaneciesen juntos... que todo tiene un porqué...

Pero los dioses son caprichosos... y si un día....
... no se atrevió a terminar la frase, que musitó casi imperceptiblemente. Las lágrimas luchaban por salir y casi lo conseguían, de manera que Carrie se levantó, cogió su espada y la emprendió con el árbol que tenía más a mano hasta que acabó extenuada. Estuvo tentada de ir a la cabaña que estaba justo al lado.. ellos la entenderían.. pero tendría que dar muchas explicaciones y no quería hablar...

¿Qué podía hacer? La respuesta era... nada. Pedir a los dioses y a los ancestros que le diesen fuerza para afrontar lo que se avecinaba y para saber tomar las decisiones correctas para ser consecuente con ella misma, con lo que era y en lo que creía.. y no defraudar a los dioses, a Maël, ni a la misma Brigit.

Con los ojos cerrados suspiró varias veces intentando eliminar toda la energía negativa que sentía dentro suyo... cogió el caballo y volvió a casa.

Justo empezaba a amanecer... al entrar en casa notó un cierto revuelo, más movimento que de costumbre a esa hora, justo despuntaba el alba y ni los gallos habían empezado a cantar.

-Avisad a Romualde que he vuelto a casa.... entera... y que estoy bien, no me ha pasado nada como podeis ver. Aún casi ni había terminado la frase que fueron corriendo. Estaba segura que había dado orden de que la llamasen en cuanto se supiese algo de ella.

Se quitó la ropa de nuevo y de puntillas fue a la cama, se colocó poco a poco para no despertar a Galbart, cerró los ojos y en nada ya estaba en los brazos de Morfeo.
Galbart


- Mi señor, mi señor.- La voz de una mujer despertó al escocés. Lamentablemente no era Carrie sino Clemen.

- ¿Qué pasa?- Preguntó Galbart mientras se desperezaba, aún con los ojos cerrados.

- Su señora esposa ha salido a caballo del castillo. He visto que Romualde la seguía, pero a bastante distancia.- La mujer parecía preocupada. El escocés se incorporó y quedó sentado en la cama haciendo crujir las tablas de la misma. Se levantó, quitó el postigo de una de las dos ventanas de la habitación, y la abrió por completo.

- Tranquila, la señora Gobernadora del Reino es una mujer muy atareada, seguro que se ha acordado de alguna cosa y ha ido a resolverla. No te preocupes, no pasa nada.

Cuando se marchó aquella mujer, el escocés miró más allá de las estrellas, miró como sólo él podía ver. Desde que viera meses atrás una gran marcha de soldados, no volvió a ver. Había pasado mucho tiempo desde aquella visión y empezaba a pensar en que aquello era una señal. El escocés siempre había antepuesto sus creencias a todos los posibles beneficios materiales que pudiera obtener siguiendo otro camino. Era aquel uno de los motivos por el que le habían desterrado de Caithness y era uno de los motivos por el que los Dioses le habían retirado el don. O al menos era lo que creía. Aún así él trataba de recordar cómo se había sentido con las últimas visiones que había tenido y trataba de recordarlas todas, pero no podía, no estaba concentrado, no estaba en armonía con los Dioses no estaba... había abandonado el camino de la sabiduría.

El escocés cerró la ventana. Se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo mirando por la ventana y que se había quedado frío "Da igual, el frío conserva, el calor destruye", pensó. Se metió en la cama y cerró los ojos y pensó en su esposa. Pensó en Carrie.


A la mañana siguiente después de vestirse y comer pan duro, se marchó a una de las granjas a comprar un cerdo. A su paso por el patio principal, vio como los preparativos marchaban. Aquella misma noche, el pueblo disfrutaría de una noche de fiesta, pero antes el escocés debía poner sus asuntos en orden. Cuando llegó, el porquero se los ofrecía gratis, pero el escocés pagó la cantidad que él consideraba. Ató al cerdo con una cuerda y antes de marcharse le pidió al porquero que le acompañara con una carretilla de mano. El porquero parecía contento por salir de allí. El sonido de las pisadas saliendo del barro, más los gruñidos del cerdo se sumaban al millón de voces que el escocés escuchaba en su cabeza. Voces que no conocía y que no comprendía. Al alejarse lo suficiente, el escocés se salió del camino y se adentró en una zona de pastos. Allí la verde hierba, empapada por la fina lluvia que caía, hacía un sonido mucho más reconfortante que el del barro. Fue entonces cuando el escocés sacó el puñal y gritó al cielo.

El porquero le seguía de cerca, con un cerdo en la carretilla. Iba tarareando una canción, parecía no importarle lo que acababa de ver. El escocés había dejado de escuchar las voces y empezaba a oír el murmullo de Castellfosc. Cuando llegaron a la cabaña del porquero este le preguntó que que tenía que hacer con él. El escocés e volvió y fue entonces cuando por fin, el porquero se dio cuenta del aspecto que tenía el escocés. Su mirada reflejaba miedo y el escocés lo sabía.

Quiero que me sirvan a mi y a mi esposa este cerdo. Al párroco también.- Sonrió. Y se fue al castillo. La gente le miraba con horror. Los guardias se apresuraron a ir hacia él y a preguntarle por su bienestar. Pero no les contestaba. Él quería ver a Carrie. Y haciendo caso omiso de las preguntas que le hacían se metió en su casa. Subió las escaleras y entró en el salón. Carrie, que estaba desayunando se le quedó mirando con la boca entreabierta.

Todo el mundo, excepto mi señora esposa, fuera de aquí.- Dijo con total tranquilidad. Esperó a que todo el mundo se fuera, no sin antes recibir las correspondientes miradas de los presentes.

Algo aflige tu corazón, así me lo han hecho saber. ¿Qué te pasa amada mía?- Le sonrió lo más tiernamente posible y se quedó parado en la entrada del salón.

Después de bañarse en la sangre del cerdo que había ofrecido como sacrificio, los Dioses le hablaron, le dijeron que el corazón de Carrie estaba ensombrecido y que debía ayudarla. Pero esta vez la voz que se presentó en su cabeza no era la de siempre. Y Galbart sabía quién era.

Era la madre de Carrie.

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Carrie.munro_donan


Se sorprendió por la entrada de Galbart, pero no dijo nada y esperó a que todos salieran. Dejó la comida que tenía en las manos y mientras los demás se dirigían a la puerta ella se levantó y aguardó a que no quedara nadie más en la sala.
Algo aflige tu corazón, así me lo han hecho saber. ¿Qué te pasa amada mía?
Fue hacia él sin dejarle de mirarle a los ojos intentando adivinar qué le pasaba. Él no se movía de la puerta y le sonreía. Todos esos chorretones de sangre la inquietaban pero no dijo nada. En cuanto estuvo cerca de él le tocó el pecho para cercionarse que la sangre no se debía a ninguna herida suya. Le miró y él negó con la cabeza levemente haciéndole entender que la sangre no era suya.

Suspiró aliviada y le abrazó muy fuerte, sin importarle que sus ropas quedasen manchadas. Cómo sabía que estaba preocupada era lo de menos, era difícil mantener al margen a Galbart de lo que le sucedía y la preocupaba. Se separó de él y sin decirle nada aún, tiró de él para que la acompañase hasta donde estaba sentada hacía un momento, le indicó que se sentase a su lado y sin dejar su mano, cogió la otra y se sinceró con él.

Cariño... yo.... -
suspiró larga e intensamente- sí, estoy preocupada, sí.- Junto sus manos con las de él- Lo que me pasa es que.... tengo miedo. Miedo porque ya no todo es como antes... ya no somos tu y yo, en nuestra casa... ahora estamos aquí en Castefosc, somos responsables en cierta medida de esta gente... estamos aquí...- miró la gran estancia- en este edificio tan grande, con tanta gente... servicio.. yo... -hizo una pausa- añoro pasar tiempo a solas contigo, sin preocuparnos de nada más que no seamos sólo nosotros dos- Suspiró- sé que mucha gente mataría por una vida así, pero yo lo único que quiero es estar contigo aunque sea sin comodidades ni lujos.. en una casa pequeña, en nuestra cama, cocinando el uno para el otro, cazando, peleando con ladrones... juntos... yo....

Él la miraba, callado, esperando a que terminase. Sabía que aquello no era todo... y ella era consciente de que con eso el de Caithness no estaba satisfecho.

Y también hay otra cosa- él asintió serio- sabes lo que pienso de la reina y el regente.. y tu... bueno... trabajas para ellos. Sabes que yo no quiero interferir en tus asuntos pero eso de que ahora se va diciendo que serás noble... Sabes lo que eso implica, porque uno de los requisitos es.. bueno.. ya sabes.. temo que... por alguna razón todo esto nos traiga problemas, a los ojos de todos ellos somos, bueno, soy... no sé muy bien lo que soy para ellos, pero algo incómodo seguro, para ellos tu y yo no estamos casados. Temo que dejemos de ser fieles a nuestros orígenes, a nuestras creencias... a nosotros mismos... que nuestros caminos vayan en direcciones distintas... que... no sé amor... Hay veces que pienso que me gustaría huir.. desparecer contigo en el bosque y no volver más... -De repente sonrió- ¿Te acuerdas cuando te colabas en casa y me pegabas aquellos sustos? ¿Cuando me venías a hablar de Maël?... quizás sea que añore esos tiempos... entonces todo era más fácil... ¿No crees?
Galbart


-Cualquier tiempo futuro es incierto para nosotros, simples mortales, y por tanto más difíciles de llevar. Nada nos da pistas de lo que va a pasar en el futuro, sólo los Dioses lo saben.- Hizo una pausa, se quitó sangre de la frente y continuó hablando.- Renunciar a Castellfosc es renunciar a lo que somos, gente del norte combativa y que defendemos siempre la causa más justa. Te trataron mal y no hubo justicia, pero nosotros la buscamos. No hacer los correcto según las leyes de los hombres no significa absolutamente nada, porque si no explícame el por qué lo legal en un sitio es ilegal en otro. Las leyes de los hombres son absurdas, vale que hay que cumplirlas para vivir con un cierto orden y tranquilamente, pero se cumplen hasta cierto punto, pues la única Ley que debe importarnos es la palabra de los Dioses.- Hizo otra pausa para limpiarse con la manga de la camisa algo de sangre reseca que tenía en la cara.- El hecho de trabajar para alguien tampoco significa que yo me haya olvidado de mi pasado, por los Dioses, no. Los hombres me han recompensado por hacer algo con lo que me he ganado la vida estos últimos siete u ocho años. No es algo que me haga especial ilusión pero lo acepto y cumplo con mi deber. El honor y el sentido del deber son importantes en esta vida y más aún en estos tiempos que corren, pero eso no es algo nuevo para ti, ¿verdad gobernadora?- Sonrió y le cogió sus manos entre las suyas.

- El título de noble me importa un mierrda. Que no nos reconozcan como matrimonio me importa menos aún. Lo que me importa eres tú. Tú y yo son las únicas personas que me importan y no dejaré que las leyes de los hombres pongan en duda lo que somos, ¿de acuerdo? Antes pasaría por la espada a todo el Reino que renunciar a nuestro pasado.- Se dio cuenta de que apretaba las manos y alfojó la presión mientras se dibujaba una sonrisa en cara. Galbart estaba enfadado. Todo lo que ella había dicho era verdad y todo ello, como le había dicho, era culpa de las leyes de los hombres, aquel Reino estaba infectado de miseria y porquería pues todo se movía según esa ley y no según las capacidades y los méritos de cada persona. Quizá fuera tarde para tratar de arreglar el mundo, pero al menos debían intentarlo y estaba claro que él sólo no podía. Galbart volvió de sus pensamientos para tratar de curar el maltrecho corazón de Carrie.

- El tiempo es algo valioso y a nosotros, últimamente, no nos sobra. Por eso el tiempo que pasemos juntos debe ser tan intenso como podamos. Los tiempos pasados no volverán, pero sí su recuerdo y eso es tan importante como pasar tiempo juntos. Y yo nunca dejaré de hablarte de Maël, ni de tu madre, ni de contarte historias, ni de pedirte ayuda y consejo. Te necesito, aquí conmigo. Nunca, nunca, nos vamos a separar, el enlace de nuestras almas es Ley, y como te dije antes esa es la que se debe obedecer. Pero no sólo a nivel espiritual sino, aquí en este mundo, estaremos juntos por siempre, porque te quiero y por que deseo que los recuerdos de los buenos tiempos del pasado sigan vivos.-

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Carrie.munro_donan


Era justo lo que necesitaba oir la escocesa. Que podrían con eso y con todo como siempre habían hecho, que eran uno y que no se separarían que nadie lograría hacerles daño ni separarles.
Se lanzó sobre él embriagada por el deseo, la pasión y el amor que sentía por el de Caithess, le quitó la camisa y le besó con ansia como si no hubiera un mañana, se deshizo de sus pantalones y rodando por el suelo dieron rienda suelta a sus sentimientos y sus instintos. Sus manos le apretaban con fuerza siendo su cuerpo pegado al suyo, sus gemidos ahogándose en su boca, en su cuello hasta sentir que ni su cuerpo ni su mente eran suyas sinó que pertenecían al de Caithness.

Habían pasado ya unos días.... Carrie estaba sentada justo donde días antes habían consumado su amor... Miró el suelo de reojo y con una visible cara de malhumor.

Los presentes no se atrevían a decir nada, simplemente estaban atentos a sus instrucciones y deseos e intentaban satisfacerlos con rapidez para que la escocesa no estallase... de nuevo...

Como cada mañana esperaba que llegase Lía con noticias... Cuando entró ni se hablaron, con la mirada y el gesto ya era suficiente... otro día más sin saber nada de él. Aquel día no pudo más.. estalló sin motivo aparente y de una patada tiró la mesa y con ella todo lo que había encima haciéndose añicos.

-¡¡¡Put* mentiroso!!!- Dijo con rabia- ¡¡¡Quiero mi espada!!!! ¡¡¡¡¡YA MISMO!!!!!-chilló a pleno pulmón.

Las sirvientas fueron raudas a recogerlo todo mirando de reojo a la señora temiendo que la emprendiese con ellas. Alguien salió corriendo en busca de su espada y llegó volando entregándosela en mano.

Con un gesto de cabeza y los ojos saltando chispas miró a Lía y secamente le dijo- al patio. Sin esperar respuesta pasó delante de ella caminando lo más rápido que podía, con determinación, apretando los dientes y empuñando la espada con toda la fuerza que podía
Galbart


La cabalgada había sido dura, llevaba muchos días fuera de casa y para colmo el tiempo no acompañaba. Los días habían crecido y lo acompañaba el frío y el viento. El invierno estaba dando paso a la primavera. Aunque aun era pronto para hablar del final del invierno, los síntomas eran más que evidentes. Aunque nunca se sabía con el clima y menos aún en un territorio desconocido, en tanto al clima se refiere, para el de Caithness. Sea como fuere, agradecía que las lluvias hubieran dado una tregua, al menos el barro podría secarse aunque fuera una mínima parte y agilizar los desplazamientos. Se dijo el escocés que los barrizales eran sitios estupendos para hacer emboscadas o para dirigir a tu enemigo para conseguir una ventaja. Lo tendría en cuenta. Pero en su cabeza, se abrió paso la imagen de Carrie, de la que no se había podido despedir por la rapidez con la que se prepararon para marchar. Tenía ganas de verla. Por eso iba al trote y espoleó a Beleno en cuanto entró en los dominios de Castellfosc. Se podían ver las colinas gemelas a lo lejos y un poco más allá se divisaba la silueta del castillo de Castellfosc. Soñaba con poder dormir en una cama blanda y en su sitio caliente y se le hacía la boca agua al pensar en los bollos de pan recién hechos.

Y por fin llegó.

Cuando hubo hablado con unos y con otros y después de haber tenido un pequeño incidente, se fue al castillo con pasos largos. Se fijó en el estandarte que había diseñado junto con Carrie y encargado a una costurera del puerto de Valencia. Entró y una bofetada de calor le golpeó. Sobre todo lo notó en las orejas. Fue hasta el salón y encontró a Carrie hablando con Romualde y Lia al rededor de un par de papeles, ¿estarían echando cuentas? Entonces se quitó la capucha y saludó.

-Hola.- Dijo sonriendo. -Si nos permitís... - las dos mujeres salieron del salón y el escocés se acercó a Carrie. Se lo notaba en la mirada, ¿enfado? Sí, sin duda alguna.

Lamento decirte que he vuelto y que el Reino puede esperar, pero yo no.- Dijo mientras señalaba los papeles y miraba a Carrie con deseo.

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Galbart


Las semanas pasaban y el escocés se enfrentaba a nuevo retos. No tenía miedo a los retos, su vida era un reto constante, pero empezaba a cansarse de que todo le pasara últimamente a él. "El precio del poder", pensó no sin resignación. Y todo esto culminó con una carta que había recibido no hacía mucho. El castellano del castillo de Beniparell y administrador del territorio en ausencia del Barón, le envió una carta que el escocés volvió a leer.

Cita:
Al Barón de Beniparell, Galbart Donan.

Mi señor, soy Agustino de Recalde y soy el administrador de las tierras de Beniparell y castellano del castillo. Le escribo para preguntarle por su visita pues hace más de un mes de su nombramiento y todavía no le hemos visto por lo que serán sus nuevas tierras. Soy consciente de que su fama de fuera de la ley no son más que rumores y que no le asustan las grandes multitudes. Le invito a visitar su nueva casa y a conocer a los mas ilustres ciudadanos de todo Beniparell.

Con respeto,

Agustino de Recalde.


El escocés posó la carta sobre la mesa y se acercó a la ventana. El sol lucía en el cielo y el sonido del mercado inundaba sus oídos. Le gustaba Castellfosc. Estaba agusto y la gente parecía quererlo. ¿Por qué aceptar algo que él no había conseguido por sus propios medios? Indirectamente lo había conseguido, por el tema del ejército y demás, pero le faltaba algo. Él era consciente de que el hombre debía estar en lucha constante para sobrevivir, eso era lo que pasaba en la naturaleza y ellos, al formar parte de ella, estaban sujetos a esas leyes. Algo se desgarraba en su interior, quizá por eso no quería ir a Beniparell. Además, las vistas de Castellfosc eran maravillosas. ¿Qué hacer? Cayó entonces en la cuenta de que llevaba muchísimo tiempo alejado de los Dioses. Aquella tierra lo estaba transformando. La última gran experiencia que tuvo, fue en pleno invierno con el sacrificio del cerdo, ahora necesitaba otro consejo...

La puerta se abrió y apareció Carrie sonriendo. Galbart le hizo un gesto con el brazo, en dirección a la mesa en donde había dejado la carta, sin apartar la vista del horizonte. En cuanto supo que ella estaba leyendo hizo un comentario al respecto.

Un hombre con agallas, ¿decir que soy un fuera de la ley?- El escocés no pudo evitar sonreír ante el pensamiento de aquel hombre, al que seguramente mandaría colgar por aquellas palabras. Quizás no al principio, pero sí después.

Me parece que el señor Asuntino quiere que vayamos a hacerle una visita. Podríamos hacer una demostración de poder, ¿no te parece?- Miró a Carrie, sonriendo a la hija de Brigit, mientras trazaba en su cabeza un plan y trataba de visualizarlo.

Sólo pudo ver a Maël sonriendole, pero esta vez no acababa tan mal como en sus pesadillas, esta vez su padre no estaba allí.

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Carrie.munro_donan


Tenían pendiente la visita a Beniparell. Era inevitable. Lo sabía desde el mismo momento en que vió como le hacían noble: Barón de Beniparell. Era su obligación presentarse en sus tierras, tomar el mando , conocer a las gentes que vivían en el lugar.... el caso era que ella se sentía bien en Castellfosc, aunque lo cierto es que añoraba su vida anterior, simple, sencilla, preocupándose solo de ellos dos... y en cambio ahora a pesar de haberlo hablado, de que él le dijera que nada cambiaría entre ellos... lo cierto es que sí, todo cambiaba. Era inevitable. Cada vez más responsabilidades, políticas ella militares él, Castellfosc, Beniparell....

Se sentía abrumada por todo. Aquella no era la vida con la que ella había soñado, ¿él si? Poco importaba eso ahora. Los deseos no sirven de nada, los dioses son quienes deciden, no nosotros- eso se repetía Carrie una y otra vez mientras caminaba por el bosque. Había dejado todos sus quehaceres aquel día, se acercaba el día del equinoccio de primavera tiempo de celebrar la renovación y el renacimiento, la luz le ganaba terreno a la noche y el bosque empezaba a despertar de su letargo, era tiempo de alegría, de celebrar la vida, la fertilidad de la tierra... era por todo eso que tenía que ir al nemeton, sentir de nuevo con intensidad sus raíces, no quería que el mundo en el que vivía la absorbiera. Ella siempre sería fiel a lo que le enseñó su madre, a lo que predicaba Maël, su padre...

Galbart no estaba, había tenido que irse con el ejército, así que fue sola para hacer una ofrenda a los dioses. Eligió el árból más frondoso, se arrodilló, sacó unas semillas y las plantó. Cogió unos puñados de maiz y junto con unas ramas los quemó y esperó a que quedase todo reducido a cenizas, las esparció donde había plantado y lo regó con agua.

Miró alrededor detenidamente, pronto el marrón dejaría paso al verde y luego a todos los colores con que nos deleitaría en breve la primavera. Algunos árboles a habían empezado a florecer y los insectos empezaban a hacerse visibles... Se tumbó y se quedó un rato mirando el cielo, las nuves se iban desplazando perezosamente mientras una suave brisa los empujaba lentamente al la vez que mecía las copas de los árboles. Miró las hojas bailar con el viento, alejándose, acercándose... y rememoró el instante aquel en que Galbart y ella tendidos en la tierra, como ella ahora, y él le decía que ellos dos eran como aquellas hojas que se movían con el viento.... Sonrió pensando en Galbart y en aquel momento... fue en aquel instante cuando se dió cuenta de que le amaba y en el que sintió que sus vidas estaban ligadas, para siempre....

Volvía a casa, relajada, pensando en que tenía que sacar más tiempo para ella, para pasarlo con Galbart, para dedicárselo a la gente de Castellfosc, a los dioses... cuando unos niños la sacaron de sus pensamientos. ¿qué pasaba? Estaban en círculo, chillando, .... ¿qué hacían? En cuanto estuvo más cerca y la vieron tiraron al suelo unas piedras que tenían en las manos y echaron a correr. Así que sospechó que estaban haciendo algo que no estaba del todo bien, fue hacía donde estaban hacía un instante y justo delante de sus ojos vió caer algo... miró al suelo: era un nido. Dentro había dos pájaros muertos, pero no de ese momento, estaban rígidos y medio secos, con unas incipientes plumas. Había un tercero que píaba casi sin fuerzas. Algo le había pasado a la madre que sus pequeños habían estado tiempo sin comer. Cogió al chiquitín entre sus manos y se lo llevó a casa con la esperanza de salvarlo. Había reconocido el tipo de ave que era.... era un cuervo... y sabía muy bien qué haría con él.
Galbart


Últimamente salía poco de Castellfosc, no había razón para hacerlo, claro, pero siempre encontraba alguna manera de salir, ya sea por asuntos privados o por trabajo o por cualquier otra cosa fuera o no verdad. Sin embargo, su casa le decía: "quédate".

Un buen día, se decidió a ir a ver los cultivos de la zona. Los labradores le contaban que había unas plantas que se echaban en el menguante y otras en el creciente y siempre salían con algo del estilo: "en San ...., lechugas sembrarás", por poner un ejemplo. Galbart sonreía al escucharles. Maël, el padre de Carrie, le solía decir que para el creciente se plantaban las plantas que iban hacia arriba, como la berza, y en el menguante se echaba la que iba hacia abajo, como las zanahorias. Tenía, para el escocés, bastante más sentido que una rima con un santo, pero cada uno creía en lo que quería... o no, a veces en lo que te imponían y no era a veces, era casi siempre. En ese sentido el destierro de Galbart de Wick le había abierto un nuevo horizonte de ideas: había conocido gente muy peculiar en su camino y gente con ideas bastante diferentes a las suyas.

Y en estas, volviendo a casa, se encontró con Carrie que traía algo en sus manos.

-Gaalb, ven, mira.- Dijo ella con una radiante, si es que no lo eran todas, sonrisa. El escocés se acercó y vio aquello que Carrie atesoraba entre sus manos. Era una cría de cuervo. A Galbart le dio un vuelco el corazón y más aun cuando Carrie le contó la historia de lo que había pasado aquella mañana. Rápidamente, Galbart, pidió que buscaran a alguien que supiera algo de pájaros. Evidentemente omitió la parte que hacía referencia a los Dioses, no vaya a ser que tuvieran problemas con eso.

Aquella misma tarde, un hombre, criador de pollos les dijo lo que debían hacer, cómo alimentarlo, cantidad, tiempo...

-Pero si me lo permites, mi señor, ¿un grajo? Resulta...- el hombre dejó de hablar, dejó la frase en el aire y antes de marcharse, el escocés contestó.

-Todo ser en este mundo, a parte de cumplir con una función, merece una oportunidad y más aún una cría que no tiene culpa de nada. ¿Nunca has pensado en que no somos tan distintos de los animales? Nuestra sangre es del mismo color y las funciones básicas son las mismas, al igual que las plantas, nacer, crecer y reproducirse...- Se dio cuenta de que había hablado demasiado y cerró la boca en cuanto fue consciente. Dándole una palmada en la espalda y un par de monedas a aquel hombre, cuyos ojos se iluminaron como dos lunas.

Carrie mandó construir una jaula para aquel animal, que aquella noche dormiría dentro de una cacerola llena de hierba. Mientras tanto Galbart quiso agradecer el gesto de Carrie con algún gesto y pensó y pensó...

A la vuelta de la escocesa, la habitación de los señores estaba iluminada a la luz de las velas que titilaban por culpa de la suave brisa que entraba por la ventana. Encima de la cama había una rosa, de un vivo color y un vigoroso tallo. Galbart se volvió y sonrió a su esposa.

-Creo que nos debemos algo de tiempo.-

Después del sexo, ambos quedaron mirando al techo de la habitación. Hablaron durante mucho tiempo de cualquier cosa que saliera: tiempo, tierras, las cuentas... de todo. Dejaron para el final el tema más importante.

-Carrie, ¿crees que este cuervo significa algo?- Preguntó con curiosidad el de Caithness.

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Carrie.munro_donan


Se volvió hacia él al oir la pregunta y mientras le acariciaba suavemente el rostro con la yema de los dedos y bajaba lentamente por su cuello y su hombro le susurró medio distraída- Sin duda- se acercó para besarle suavemente. No te conté pero lo encontré después de hacer una ofrenda a los dioses.

Se quedó un instante pensando en la pregunta de Galbart. Le besó de nuevo, intensamente, alargando el beso que terminó en cosquillas y risas. En cuanto se calmó prosiguió- Pues claro que pienso que significa algo, tu eres Kraka y nuestra historia no se explica sin la presencia de los dioses, yo nunca he podido verlos como tu, pero siento su presencia alrededor, ellos se comunican con nosotros y los cuervos siempre han sido sus mensajeros. Estoy segura que los dioses te lo enviaron, que yo lo encontrase fue sólo un eslabón en la cadena, ese cuervo, algo me dijo que debía de traértelo a ti, como aquella vez que tu después de alcanzarme y estando herido, yo podía escapar de ti... pero no pude hacerlo y supe que tenía que quedarme contigo- le dió unn beso en la mejilla- Aunque no lo entendí entonces y me dió mucho coraje, pero lo hice, claro- Le sonrió- Y menos mal que lo hice- Le acarició la mejilla con la nariz y le susurró- Como ahora... que algo también me dice que estás listo para otro asalto... - le mordió en el hombro- ¿me equivoco?
Galbart


El escocés sonreía mientras, desde la muralla de Beniparell, veía a unos chiquillos jugar a cogerse. Era increíble que allí en Valencia se jugara a los mismos juegos que en Escocia y eso que estaban separados por más de... meses de viaje. Quizá era cosa del instinto. Perseguirse, tratar de escapar y tratar de alcanzar a la presa: supervivencia en definitiva. Era un instinto muy básico, natural, y estaba presente en todos los seres vivos de la faz del mundo, entonces, ¿por qué se negaba Europa a reconocer que esa parte de su instinto natural no emanaba de ningún otro ser más que de la naturaleza en sí misma? Y la naturaleza es el medio más claro y evidente para que los Dioses se puedan comunicar con nosotros, claro, es fácil pensar en que todo ocurre sin más, pero, ¿por qué no ir más allá? Galbart siempre ponía los mismos ejemplos: los muertos y las casas abandonadas, entre muchos otros.

Los cuerpos inertes, vuelven a la tierra y dan luz a nueva vida. Es un ciclo que se repite y se repetirá por los siglos de los siglos. Y las casas abandonadas, hechas con barro, paja, piedras y madera. Los líquenes crecen en sus paredes, la maleza se abre paso entre las planchas de madera, aquel que las tuviera, del suelo y reclama lo que es suyo para poder seguir dando vida a otros seres, ¿a caso no es más cierto que es más fácil servirte de las piedras de una casa derrumbada que de una abandonada pero aún en pie?

Con eso se entretenía el escocés, trataba de dar respuestas a preguntas con las herramientas que tenía a mano y a decir verdad, a veces, se quedaban cortas esas respuestas y le sabían a poco y justo en esos momentos se acordaba de Maël, el padre de Carrie. Él quiso enseñarle todo lo que sabía y juntos iniciaron el camino del conocimiento, como lo llamaba Maël. Galbart había aprendido, por ejemplo y entre otros muchos conocimientos, a distinguir entre varios tipos de hongos: venenosos, comestibles y también los había para dejar a una persona en estado de trance, él mismo probó un par de veces ese tipo de setas. Tardaba poco tiempo en hacer efecto y podía durar horas. De lo que sí se acuerda de aquellas experiencias es de flotar como en una nube y sentir una fuerza como en ningún otro momento anterior. Esa fuerza le había sacado de más de un apuro en contiendas armadas. Lo que Maël no sabía, es que ese hongo estaba presente en el trigo. Los agricultores desechaban esas espigas, pero con ellas se podía hacer harina y con ella un pan casi tan vigorizante como comer directamente una seta. Pensó en aquel momento en las setas que tenía en su bolsa de viaje. Seguramente le hicieran falta.

Los chiquillos, al escuchar la voz de sus madres, volvían, como no, corriendo a casa, al de Caithness a veces le fascinaba la energía, resistencia y la vitalidad que desprendían los niños que a veces le daban ganas de jugar con ellos para comprobar si era capaz de seguirles el ritmo. Pero se contenía. Se contenía porque no quería parecer un descerebrado corriendo detrás de los niños, pero, ¿cuándo le empezó a importar lo que pensaran de él? Galbart ante aquel pensamiento dio un paso atrás desconcertado. Miró a un lado y vio a un arquero de la guardia de palacio que rápidamente apartó la vista de él. Sonrió. Le gustaba aquel poder que tenía. A veces se veía a sí mismo como un hombre envuelto en un aureola de vivos colores y que causaban un fuerte impacto en todo aquel que le miraba. No podía evitarlo.

- Dime tu nombre.- le dijo al arquero. Este le miró y se estiró para hablar con el escocés.

- Damián, hijo de Francisco de Estébanez y Margarita de Vic.- respondió. Galbart le sonrió, casi había olvidado el motivo que le había apartado de la muralla.

- ¿Te importa lo que la gente piense de ti?- preguntó sin rodeos. Esa pregunta pilló por sorpresa al guardia.

- Bueno, pu... pues supongo que sí, no sé... a ver... es decir, mi señor, yo creo que sí. Es importante saber lo que la gente piensa de ti para poder ser mejor persona y eliminar los errores que uno pueda tener.- El escocés asintió satisfecho con la respuesta.

- Bueno, Damián hijo de Francisco y Margarita, he de decirte que estás equivocado. El día que empiezas a preocuparte por lo que dicen los demás de ti, empiezas a vivir por y para ellos y eso sólo significa una cosa, ¿sabes lo que es? ¿No? Es fácil, pierdes tu libertad, y pierdes tu personalidad.- Hizo un alto y miró a los ojos de aquel hombre que parecía reflexionar sobre sus palabras.- ¿Y sabes? Si quiero perseguir a esos críos en sus juegos los perseguiré.- Soltó antes de marcharse y dejar a aquel guardia con cara de no haber entendido lo que había pasado.

Seguro que aquella conversación, que se extendería por Beniparell en cuestión de un par de días, le costaría otra insufrible charla con el castellano del castillo, Agustino de Recalde. Sin embargo no se arrepentía de ello. Otra cosa interesante sobre la que pensar, el arrepentimiento. Galbart tenía una opinión muy clara respecto al arrepentimiento, pero en aquel momento se cruzó en su camino con Carrie que iba de un lado para otro. Sin cruzar palabra, Galbart siguió, sonriente a Carrie que le iba hablando sobre un problema con el abastecimiento de agua en un distrito de la ciudad y que iba a hablar con uno de los vecinos para ver qué pasaba. Galbart no ignoró a los tres hombres que la seguían a una distancia más o menos prudencial como no ignoró que llevaban sus colores.

- El agua puede esperar, quiero mezclarme con nuestros vasallos, ven conmigo.- Le dijo agarrándola del brazo y tirando de ella para meterse en la primera tasca que encontraron, "El jarrón culón" se llamaba. Se sentaron en el primer sitio que vieron libre y esperaron a que les atendieran. En aquellos instantes, para muchos de los que vivían en Beniparell, serían turistas o comerciantes, para otros, eran los nuevos señores y para algunos, los cabrones que cobraban impuestos.

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Carrie.munro_donan


Estaba cansada. Demasiado tiempo fuera de casa, había viajado por el reino con dos ejércitos. Había viajado hacia el norte, hacia el sur.... y tenía ya muchas ganas de volver a casa, pero sobretodo de abrazar a Galbart. Deseaba por encima de todo tener unos días de tranquilidad para disfrutar de una buena cama, una buena comida y de su esposo.

Habia dejado atrás Segorbe y el ejército de Lili para volver a Castellfosc. Eran tiempos complicados, así que esperaba que al llegar no le dieran la noticia de que el Barón había tenido que irse.

Cuando de lejos vislumbró Castellfosc sintió como unas nuevas fuerzas nacían en ella y aceleró el paso espoleando el caballo. Ya llego, ya llego... no paraba de repetirse mentalmente mientras se dirigía al galope. El caballo parecía entender que llegaban a su destino porque parecía correr también con fuerzas renovadas.

Aflojaron el paso cuando estuvieron dentro, para no llevarse a nadie por delante... en cuanto estuvo delante del portón y los guardias se acercaron ella saltó bajándose la capucha para que vieran que era ella, les entregó las riendas y corrió hacia la entrada. Se cruzó con Romualde y ésta le comunicó que, efectivamente, el señor se encontraba en casa reunido.

Ni siquiera se sacudió el polvo que la cubría, corrió a buscar a Galbart.
Entró en la sala de la reunión y dirigiéndose a los presentes mientras corría a sus brazos les ordenó: Señores, la reunión ha terminado por hoy, tendrán que aguardar a otro momento para proseguir. Sin esperar respuesta se abalanzó sobre él y le besó hasta que se quedó sin aire.
Galbart


- Tradicionalmente aquí se ha dado mal la faba, pero parece ser que este año al plantarlo con más espacio como vos dijisteis parece que salen mejor. Así, en función de lo que cojamos tendremos que redistribuir el almacenaje de las...- Galbart escuchaba, distraído, las aportaciones que hacían los consejeros de Castellfosc y los representantes de los agricultores. El de Caithness había propuesto, meses atrás, técnicas de siembra distintas a las tradicionales, por ejemplo, sembrar maíz y fabas juntas, así las fabas crecían enroscándose al maíz sin necesidad de colocar palos y desperdiciar terrenos. Pero según le contó Maël, puede ser un arma de doble filo pues a veces, les fabes, ahogan al maíz o el maíz crece demasiado y mata a la faba. Por ello, el escocés, había hecho especial hincapié en mantener aquel cultivo experimental en un estado óptimo de limpieza, que no hubiera maleza y que el maíz no creciera demasiado. Pero su distracción no era fruto de recordar lo que había ordenado hacer. No. Echaba de menos a su querida esposa. Más de un mes hacía que no la veía y se sentía mal por ello. Él había jurado protegerla y estar con ella pasara lo que pasara y...

Entre estas divagaciones la luz iluminó el salón y la hija de la Diosa hizo su aparición para caer en sus brazos y besarle tan intensamente que hasta al escocés pareció faltarle el aire. La orden de Carrie era clara, breve y directa... era la palabra de la Diosa y ellos obedecían siguiendo la voluntad divina. Amaba aquello, pero aún más amaba a su esposa Carrie Munro. De la sala de reuniones pasaron a su habitación y se reencontraron y eliminaron los malos pensamientos que se les hubiera podido pasar por la cabeza.

Se pusieron al día, hablaron de todo lo que se les ocurría, la vida en el campamento, los caminos, la comida, segar una vida...

- No puedo decir que lo echara de menos... Para nada, ¿qué clase de hombre ansía matar?- Dijo Galbart comentando el tema.

También le contó cómo había sido su vuelta a casa y lo confuso que estaba por la cantidad de sectores que había en Valencia y que no se posicionaban claramente en uno u otro bando. Los valencianos son gente extraña, rara y... había algo más que no podía describir pero sabía que estaba ahí.

En estas, Carrie le dijo:

-Carinyet, ¿y si renovamos los votos matrimoniales?- Preguntó ella, que estaba tumbada recostada contra él y con su mano izquierda sobre su pecho. Sin duda, miraba las estrellas, miraba el hogar de su madre.

La pregunta la dejó en el aire esperando una respuesta. Galbart sabía que no era necesario renovarlos, pero había gente, en su cultura, que tras un año o año y medio lo hacían. Era curioso. Pero que menos, habían sobrevivido a una guerra y debían honrar a los Dioses por protegerlos, sin duda alguna ellos habían guiado sus espadas contra el enemigo.

-Vale, hagámoslo; ahora mismo.- Dijo el de Caithness mientras acariciaba la cabeza de Carrie mirando al techo y contando las arañas que se veían gracias a la luz de la luna.

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Carrie.munro_donan


Se acercó para darle un beso rápido y mirarle sonriente. ¿Pero ahora mismo..... ahora mismo? Sí ahora mismo, respondió él también sonriéndole y jugando con sus rizos.
Se incorporó de golpe sentándose encima suyo. ¿Sí, ahora, en serio? Esta vez le contestó con la mirada. Le encantaban esos momentos de improvisación en que el de Caitness la sorprendía. Vale Los dos se levantaron y se vistieron en un visto y no visto.

Sin tan siquiera comentarlo los dos se dirigieron paseando enmedio de la noche hacia el lugar donde habían celebrado la ceremonia, ambos tenían claro que ahí era el mejor lugar para renovar sus votos, esta vez solos, únicamente ellos con la naturaleza y los dioses como únicos testigos.

Se colocaron donde estuviera colocado el altar tiempo atrás, institivamente ambos miraron alrededor vislumbrando entre la luz de la luna los árboles, el leve movimiento de las hojas, intuendo el movimiento de los animales del bosque.... ella se volvió hacia Galbart y le cogió de las manos.
-Galbart... amor... -le dió un leve beso en los labios antes de continuar como cogiendo aire- te quiero más que a nada en este mundo y en cualquier otro que hubiera. La mejor decisión de mi vida fue unirla a la tuya. Cada dia que pasa mi amor por ti crece y me siento más a unida a ti, y esa sensación me llena de felicidad esté a tu lado o no, porque incluso estando separados siento como si estuvieras a mi lado. - jugó con sus manos un tanto nerviosa ella era una persona más de acción que de declaraciones de amor- Tu me completas y me siento como en una nube cuando estoy contigo o simplemente pensando en ti. Aunque todo esto ya lo sabes quería decírtelo aquí... en la que es nuestra casa de verdad... enmedio de la naturaleza... ante los Dioses. Renovaría nuestros votos una y mil veces, cada día porque te amo y lo eres todo para mi y que tu quieras también estar conmigo me hace la mujer más afortunada.
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